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Reforma laboral

La semana laboral de 4 días entra en escena en Bélgica

El Gobierno belga abre oficialmente el debate con sindicatos y patronal para reducir la semana laboral pero prolongando la jornada diaria a 9 horas y media

El nuevo primer ministro belga, Alexander De Croo.

¿Es posible mantener una semana laboral de 38 o 40 horas comprimiendo el tiempo de trabajo, que habitualmente se realiza en 5 días, en tan solo 4 para que los trabajadores dispongan de un día más libre? La idea no es nueva ni genera consenso pero ha regresado de nuevo a la actualidad en Bélgica de la mano de la coalición de gobierno liderada por los liberales que, en el acuerdo sobre los presupuestos de 2022, ha introducido la posibilidad de flexibilizar el horario laboral para permitir prolongar la jornada diaria hasta las 9,5 o 10 horas. 

El objetivo de la iniciativa, promovida por el partido liberal del primer ministro Alexander de Croo en el marco de la reforma laboral, es lograr un mejor equilibrio entre la vida profesional y privada y permitir que los trabajadores puedan solicitar a su empresa la concentración de la jornada semanal en cuatro días, siempre que el tipo de función lo permita. De momento, lo único que hay es un acuerdo para avanzar en esta dirección y abrir el debate. “Lo que se ha decidido colectivamente es someter la propuesta a los agentes sociales -patronal y sindicatos- para que den su opinión pero de momento no hay ninguna decisión adoptada”, explican a El Periódico de Catalunya desde el equipo del ministro de economía y empleo, el socialista francófono Pierre-Yves Dermagne. 

Es más el propio Partido Socialista, que integra la coalición de siete partidos que gobierna en el país, muestra mucha cautela ante un debate que se avecina complicado en el seno del Gobierno con los ecologistas en contra porque entienden que la medida solo busca redistribuir el tiempo de trabajo. “No queremos que esto sea una carga para los trabajadores. No será una medida impuesta, funcionará sobre base voluntaria” y “la idea es permitir a los trabajadores que organicen mejor su tiempo de trabajo en horarios variables”, intentan tranquilizar los socialistas. 

Papel de los agentes sociales

De momento, no hay ni textos ni propuestas legislativas concretas ya que serán patronal y sindicatos quienes asuman el reto de acotar el terreno para finales de marzo de 2022. “Esperamos una propuesta. Si llega en dos semanas o tres meses… Veremos. La idea es hacer progresar medidas que sean buenas para el bienestar de los trabajadores”, insisten desde el ministerio de empleo sin poner plazos. Las primeras valoraciones sindicales, en todo caso, no han sido positivas. No solo porque la idea se ha colado en el debate sin ningún tipo de concertación previa sino porque consideran que atenta contra la seguridad el bienestar de los trabajadores y la conciliación familiar. 

Si uno trabaja más de 9 horas en un trabajo peligroso, un trabajo difícil, no nos parece factible. El riesgo de un accidente laboral es eminentemente mayor al final de una jornada de 9,30 horas que si la jornada es de 6 o 7 horas. Es jugar con la seguridad y el bienestar de los trabajadores”, reprocha el presidente de la Federación General de Trabajadores de Bélgica (FGTB), Thierry Bodson, que considera que añadir a 10 horas de trabajo el tiempo necesario para regresar a casa significaría prolongar la jornada al menos 11 horas lo que en términos de conciliación supone un problema añadido. 

Una demanda creciente

Tanto para la FGTB como para su equivalente en Flandes, el ABVV, comprimir la semana de trabajo, sin alterar el tiempo, no es la respuesta y la Confederación Europea de Sindicatos (ETUC en sus siglas en inglés), que representa a 90 organizaciones sindicales y 45 millones de trabajadores, cierra filas con ellos “Lo que se necesita es una reducción constante del tiempo de trabajo, sin pérdida de salario. Esto requiere una negociación, una transición constante y gestionada hacia una semana laboral más corta para todos los trabajadores de los sectores público y privado”, reivindica la subsecretaria general, Esther Lynch, sobre una demanda creciente que algunos países ya han empezado a estudiar y aplicar.

Un camino que ya han empezado a recorrer algunos países como Islandia. Entre 2014 y 2021, en respuesta a la presión sindical y la sociedad civil, el gobierno puso en marcha varios proyectos piloto para medir los beneficios de una reducción de jornada entre funcionarios y otros empleados sin reducción de sueldo. El resultado de este ejercicio, en el que han participado 2.500 empleados de 100 ámbitos laborales distintos -el 1% de la población activa-, es una reducción de la jornada de 40 a 35 horas sin bajada de salario ni pérdida de productividad. La idea y las demandas terreno también han empezado a cuajar en otros países como Austria, Dinamarca o Irlanda. Los funcionarios municipales del sudoeste de Dinamarca, por ejemplo, pueden acogerse desde el pasado 1 de septiembre a un esquema piloto que permite trabajar a distancia o tomarse un día libre, siempre y cuando cumplan con 37 horas semanales. Irlanda se lanzará en esta dirección con otro programa piloto a partir del 1 de enero de 2022.

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