Estados Unidos ha sellado su retirada definitiva Afganistán casi 20 años después de abocarse a una guerra fallida contra el terrorismo que ha culminado con el regreso talibán al poder. A primera hora del martes (hora afgana), los últimos cuatro aviones estadounidenses que quedaban en Kabul han despegado, cerrando así un capítulo histórico. En su penúltimo día de misión, las tropas se han apresurado a evacuar su personal mientras hacen frente a nuevos ataques terroristas y Washington se enfrenta a las críticas por la muerte de una decena de civiles en un bombardeo aéreo.

EEUU y las potencias aliadas acordaron con los talibanes darse hasta el 31 de agosto como fecha límite para evacuar a su personal del país, un acuerdo que han cumplido. "La guerra ha terminado", explicó un funcionario estadounidense al portal Newsweek. Así, este lunes se han evacuado a 1.200 personas desde el aeropuerto de Kabul, un ritmo mucho menor que el del sábado y el domingo, cuando se rescataron otras 6.800 y 2.900 personas. El general Frank McKenzie confirmó que no se había podido rescatar a todo el personal. Esa ralentización de las maniobras se debe, en parte, a un nuevo ataque reivindicado por el Estado Islámico de Jorasán (ISIS-K). La filial afgana del grupo terrorista lanzó seis misiles contra el aeródromo que fueron interceptados por el sistema de defensa estadounidense, evitando así víctimas.

Las últimas horas de la desbandada de las fuerzas aliadas también ha estado marcadas por la muerte de hasta 10 civiles en el ataque con drones que EEUU lanzó el domingo para abatir a tres supuestos miembros del ISIS-K que se dirigían al aeropuerto de Kabul para perpetrar otra matanza, según informó el Pentágono. Los yihadistas ya reivindicaron el atentado suicida perpetrado en el aeródromo el pasado jueves, en el que murieron hasta 170 civiles afganos y 13 soldados estadounidenses y otras 150 personas resultaron heridas.

Daños colaterales

El coche en el que viajaban los integristas estaba cargado de material explosivo. La detonación del vehículo tras el ataque estadounidense generó una segunda explosión que acabó con la vida de una decena de personas, entre las que habría siete menores de edad y dos ciudadanos estadounidenses. Familiares y colegas han explicado al 'New York Times' que uno de ellos trabajaba para una organización benéfica y que el otro era un contratista del Ejército. UNICEF ha informado que está intentando verificar esa información.

El secretario de prensa del Pentágono, John Kirby, ha defendido el ataque contra los tres yihadistas porque suponían una "amenaza inminente" y ha asegurado estar investigando si se produjeron daños colaterales. "Nos entristecería profundamente cualquier posible pérdida de vidas inocentes", señaló antes el Ejército en un comunicado. La organización humanitaria Save the Children ha calificado de "devastadora" la información de la muerte de niños y ha pedido a todas las partes implicadas en el conflicto afgano que trabajen para garantizar su seguridad.

Apuesta por los drones

La retirada presencial de EEUU pone punto y final a dos décadas de enfrentamientos, tensión y desgaste militar. Sin embargo, Washington no se irá del todo. El presidente estadounidense, Joe Biden, mantendrá la vigilancia y los ataques aéreos con drones para neutralizar el avance de ISIS-K, una vía que ya siguió en su etapa como vicepresidente al lado de Barack Obama. "EEUU es capaz de suprimir la amenaza terrorista en Afganistán sin una presencia militar permanente sobre el terreno", confirmó ayer Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente.

Esa apuesta por los ataques aéreos no ha gustado nada al nuevo régimen talibán. "Condenamos estos ataques porque es ilegal llevar a cabo ataques arbitrarios en otros países", ha denunciado este lunes el portavoz de los integristas, Zabihulá Muyahid, que ve en las acciones de Washington una violación de su soberanía.

Además, la salida de las tropas aliadas de Afganistán abre la puerta a otros problemas. Y es que, a pesar de las promesas de los talibanes, cientos de miles de afganos que han quedado atrapados y temen la opresión del régimen yihadista podrían optar por intentar salir del país. Las Naciones Unidas cifraron este viernes en 500.000 las personas que pueden convertirse en refugiadas los próximos meses, lo que desencadenaría la enésima crisis humanitaria de la región.

El futuro de Afganistán

Es en esta situación de caos e incertidumbre que los talibanes deberán trabajar para constituir, como prometieron, un nuevo Gobierno "inclusivo" que cuente con representantes de las principales etnias y tribus del país. La llegada al poder de los integristas ha activado el juego de equilibrios geopolíticos entre potencias. China —que ve en el nuevo régimen una oportunidad para afianzar su influencia — ha pedido a EEUU "comprometerse" con los talibanes para "guiarlos" de forma positiva. Rusia ha presionado a Washington para que libere las cuentas del banco central afgano tras 15 días de bloqueo.

Aunque las potencias occidentales aún son reacias a legitimar el nuevo régimen talibán sí que han aceptado su rol como interlocutores. Un centenar de países confirmaron ayer haber recibido garantías por parte de los talibanes de que a partir del miércoles, cuando controlen el aeropuerto, seguirán permitiendo la salida de ciudadanos afganos. La ONU ha adoptado una resolución que insta a los talibanes a garantizar la libertad de circulación. Los talibanes han informado de que mañana se reactivarán las actividades en las universidades y escuelas del país.

Más de 122.000 personas han huido del país desde el pasado 15 de agosto, cuando los talibanes se hicieron con el control de Kabul. Varios países han lamentado haber dejado atrás a parte de sus colaboradores, pues los últimos dos días de evacuación están reservados por EEUU para finalizar sus maniobras. Es por eso que están presionando para poder sacar a más gente a última hora.