Los peregrinos cumplieron este lunes el principal ritual de la peregrinación anual o "hach", con la subida al monte Arafat, en el este de La Meca, en medio de restricciones y medidas de control que limitaron un año más su número y su libre desplazamiento debido a la Covid-19.

A los 60.000 fieles elegidos este años por el Gobierno saudí, todos vacunados y residentes en el reino, se les ha prohibido desplazarse por su cuenta a la zona de Arafat y fueron trasladados en pequeños grupos en autobuses para evitar aglomeraciones y el riesgo de contagio.

Vestidos con el "ihram", que para los hombres son dos piezas de tela blanca sin costuras y para las mujeres una túnica larga, los fieles realizaron el primer ritual ayer en el vecino valle de Mina, donde, según el islam, Abraham acudió para cumplir la orden divina de sacrificar a su hijo Ismael, antes de que Alá le enviara un carnero.

"Al Waqfa"

El ritual en el monte Arafat, llamado Al "Waqfa" (estancia) es para los creyente el clímax de la peregrinación, pues fue en ese lugar donde el profeta Mahoma pronunció su último sermón en el año 632 d.C., durante al cual anunció el fin de su misión tras haber transmitido las enseñanzas del islam.

Los musulmanes creen también que fue en la zona de Arafat donde Adán y Eva se encontraron y se conocieron en la tierra, y es donde los peregrinos expían sus pecados en la actualidad en un escenario que simboliza el día del juicio final.

En la tradición islámica, el monte y la llanura que lo rodea tiene varios nombres, entre ellos "Yabal Al Tauba" (Monte de arrepentimiento), Al Rahma (clemencia) y "Arafa" o conocimiento.

De allí viene la importancia de esta jornada tanto para los peregrinos como para el resto de los musulmanes del mundo, que marcan este día como festivo y muchos participan virtualmente en "Al Waqfa" a través de las pantallas de televisión.

Segundo año durante la pandemia

Siguiendo la tradición, el imán de la Gran Mezquita de La Meca, Bandar Belila, pronunció hoy el sermón de Arafat, en el que alabó la decisión de Riad de limitar a 60.000 el número de peregrinos este año, y en pocos miles el año pasado, para evitar la expansión del coronavirus en este masivo acontecimiento religioso.

"Entre aquellos que han sido buenos con los musulmanes figuran el custodio de las dos Mezquitas (el rey Salman bin Abdelaziz) y su alteza el príncipe heredero (Mohamed bin Salman), que cuidan a los peregrinos y se esfuerzan para que el hach no sea un evento para la expansión de la enfermedad", dijo Belila.

Asimismo, llamó a los musulmanes a apartarse del extremismo y la corrupción, "contrarios a los principios de la bondad del islam", así como a "tratar bien a los trabajadores, cumplimiento con lo estipulado en sus contratos", en aparente alusión a los millones de expatriados, sobre todo asiáticos, que residen en el reino y que muchas veces se ven expuestos a abusos.

En años anteriores, la peregrinación anual llegó a congregar a más de dos millones de fieles procedentes de todo el mundo, aunque en alguna ocasión fueron vetados los de algunos países que sufrían epidemias o enfermedades contagiosas, como el ébola.

El director del Departamento de Peregrinación del Ministerio de Salud, Sary Asiri, reafirmó hoy que no se ha registrado ningún caso de la Covid-19 entre los peregrinos, y que los equipos médicos que acompañan a los fieles "están preparados para cualquier emergencia".

Tras la puesta del sol, los fieles se desplazarán del monte Arafat a la localidad vecina de Muzdalifa, donde duermen y reúnen guijarros para regresar mañana martes a Mina para la tercera jornada de la peregrinación, en la que lapidarán tres columnas que simbolizan las tentaciones del diablo.

Mañana al alba, los musulmanes de todo el mundo empezarán a sacrificar corderos para recordar como Abraham estuvo dispuesto a ofrecer a dios a su hijo primogénito, que según el islam es Ismael y no Isaac.