Rusia ha anunciado este jueves el repliegue de tropas de la zona fronteriza con Ucrania en un momento de tensiones entre ambos países y advertencias de la comunidad internacional por el aumento de presencia militar rusa en esta zona en las últimas semanas.

El ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, ha estado presente en los ejercicios militares en la frontera sur y oeste de Rusia y ha ordenado el regreso de estos efectivos a su base a partir de este viernes.

Shoigu ha detallado que estas maniobras eran "un control sorpresa" para verificar "la respuesta adecuada" a cualquier cambio "en las fronteras rusas" y específicamente ha mencionado "desde Crimea hasta la costa marítima del suroeste ruso", según ha recogido la agencia rusa de noticias Sputnik.

Más de 10.000 militares, 1.200 unidades de armamento y material bélico y unos 40 buques de guerra y barcos de reaprovisionamiento han participado en ejercicios en Crimea.

Por su parte, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha acogido "con satisfacción" el anuncio ruso y ha declarado que esta acción conlleva una reducción "proporcional" de la tensión entre ambos países. "La reducción de las tropas en nuestra frontera reduce proporcionalmente la tensión", ha compartido Zelenski en su cuenta de Twitter. No obstante, ha añadido que Ucrania permanecerá "vigilante" aunque califica el repliegue ruso como "un paso para disminuir la presencia militar y desescalar la situación en Donbás".

Asimismo, Zelenski también se ha querido referir a sus socios internacionales "por su apoyo". Tanto Estados Unidos como la Unión Europea mostraron su preocupación por la acumulación de tropas rusas en esta zona e incluso el bloque europeo cifró en 150.000 militares, lo que consideró un riesgo real de una escalada militar.

Las autoridades ucranianas criticaron a Rusia a principios de abril por el despliegue de militares en una zona cercana a la frontera común, lo que fue rechazado desde Moscú, que argumenta que puede trasladar a sus militares por su territorio sin cortapisas.

Los Acuerdos de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 y en febrero de 2015, sentaron las bases para una solución política al conflicto en la frontera entre ambos países, pero no han derivado hasta ahora en el cese de la violencia. Las hostilidades han dejado hasta la fecha unos 13.000 muertos, según estimaciones de la ONU.