Rusia ha reaccionado de forma airada, este lunes, al clamor internacional exigiendo la liberación del opositor Alekséi Navalni. Mientras desde el exterior, una pléyade de dirigentes políticos y altos funcionarios de Europa y EEUU demandaba la excarcelación del bloguero y la apertura de una investigación para hallar a los culpables del envenenamiento que sufrió en verano, responsables y portavoces del Ministerio de Exteriores ruso rechazaban de plano las demandas, invitando a las voces críticas a ocuparse de sus propios asuntos. El bloguero ha pasado la noche en una comisaría de Khimki, una ciudad-dormitorio cercana al aeropuerto, y ha sido presentado esta mañana ante el juez, quien ha decretado prisión provisional hasta el próximo 15 de febrero. Nada más conocer la decisión judicial, el activista ha llamado a sus partidarios a "salir a la calle".

La cúpula de las instituciones europeas ha condenado con rotundidad la detención. "Las autoridades rusas deben liberarle inmediatamente y garantizar su seguridad", ha exigido la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von Leyden, informa Silvia Martinez desde Bruselas. En su breve declaración, la jefa del Ejecutivo comunitario también ha advertido al Gobierno de Vladímir Putin que espera una "investigación independiente y en profundidad", sobre el ataque, al tiempo que ha prometido que la UE vigilará de cerca la evolución de los acontecimientos. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell ha declarado que "la politización de la justicia" era "inaceptable", mientras que el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel ha calificado lo ocurrido también de "inaceptable".

Fuera de los Veintisiete, las reacciones han adoptado un tono similar. El ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab, ha asegurado en un comunicado estar "profundamente preocupado" por la "espantosa" detención de Navalni. "Ha sido víctima de un crimen odioso", ha criticado, al tiempo que ha invitado a las autoridades de Rusia a "investigar cómo un arma química ha podido ser utilizada en su suelo". En EEUU, inmersa en una complicada transición política, por el momento tan solo ha reaccionado el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan del presidente electo Jose Biden, quien ha exigido la "liberación inmediata" de Navalni y la condena de "los perpetradores del envenenamiento".

Desviar la atención

Todas estas críticas han sido rechazadas con vehemencia por las autoridades rusas. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha asegurado que el 'caso Navalni' había adquirido "resonancia de forma artificial", enfatizando de nuevo la narrativa que ha venido defendiendo el Kremlin, en el sentido de que el bloguero no era más que un "fenómeno marginal" en su país. El jefe de la diplomacia rusa ha asegurado que Alemania no ha proporcionado ninguna evidencia de que el opositor había sido envenenado y que por lo tanto, no era de recibo la apertura de una investigación en Rusia. Poco antes de regresar Navalni a Rusia, Berlin informó que había transmitido a la justicia rusa los resultados de sus pesquisas, es decir, los interrogatorios policiales al activista y los análisis realizados, que indicaban que fue envenenado con Novichok.

Según la opinión de Lavrov, los países que han criticado al Kremlin a raíz del envenenamiento solo buscan "desviar la atención" de sus propios problemas internos y de la "crisis del modelo liberal". Una visión refrendada por la portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zajárova, quien, en un comentario difundido en Facebook, ha invitado a Occidente a "respetar la ley internacional", a "no interferir en la legislación nacional de países soberanos" y a "afrontar los problemas en sus propios países".

El periplo judicial de Navalni ha continuado durante la mañana de este lunes. Sin acceso a su abogado durante las primeras horas de detención, el activista ha sido presentado ante un juez en la misma comisaría de policía donde pasó la noche en Khimki, una localidad próxima al aeropuerto. En un vídeo grabado desde la misma sala, Navalni se declaraba sorprendido de que una vista judicial pudiera celebrarse en locales policiales. "¿Porqué una sesión del Tribunal de Khimki se celebra en una comisaría", se ha indignado. "He visto muchas parodias de justicia pero esto es la ilegalidad total", ha continuado.

Horas más tarde, el juez decretó su arresto, inicialmente por un periodo de 30 días, hasta el próximo 15 de febrero. Tras conocer la decisión judicial, Navalni ha llamado a sus partidarios a salir a la calle, mientras desde su entorno se convocaba una gran manifestación para el próximo 23 de enero.