La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel celebra este fin de semana su congreso virtual para dar el pistoletazo de salida al procedimiento de sucesión de la canciller alemana al frente del partido de cara a las elecciones nacionales de septiembre, enfrentado a una ruptura de la tradición dada la popularidad del líder de su formación "hermana", la Unión Social Cristiana (CSU) y ministro presidente (o primer ministro) bávaro, Markus Soeder, quien podría acabar convirtiéndose, el próximo mes de marzo, en el candidato conjunto a la Cancillería.

Históricamente, el líder de la CDU ha sido, por norma, el candidato a la dirección del Ejecutivo alemán. Sin embargo, Soeder amenaza con convertir estas elecciones del partido democristiano en un acto casi testimonial de cara al gran tablero de la política nacional alemana. El primer ministro bávaro no puede estar en la lista de candidatos del partido de Merkel por no pertenecer al mismo, pero se da por seguro que su nombre aparecerá en la votación final que ambos partidos celebrarán dentro de dos meses y medio, aproximadamente, para elegir al contendiente a la Cancillería.

En lo que respecta a la CDU, hay tres nombres sobre la mesa para suceder a Merkel: el primer ministro del estado más poblado del país, Renania del Norte-Westfalia, Armin Laschet; el abogado Friedrich Merz y el experto en política exterior Norbert Roettgen. Ninguno de ellos alcanza ni remotamente la popularidad de Soeder, a quien los expertos afean su carácter temperamental y quizás demasiado voluble; circunstancias ambas que la propia canciller aplaude de puertas adentro. A su juicio, ninguno de los comparecientes tiene la sangre necesaria para suceder en el poder a la canciller.

El escepticismo de Merkel deriva del relativo fracaso de la que, en principio, partía como su heredera designada, la ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, quien anunció el año pasado su intención de retirarse de la carrera por la Cancillería tras haber sido incapaz de consolidar su autoridad al frente del partido.

Como muestra de la ascendencia de Soeder, el primer ministro bávaro, experiodista, de 54 años de edad, está convocado junto a Merkel y Kramp-Karrenbauer en la sesión preliminar del Congreso, plenamente consciente de su posición de privilegio, como favorito entre los votantes según las encuestas.

"La verdad es que está muy, muy por delante del resto en cuanto a popularidad", explica a DPA el profesor emérito de la Universidad Libre de Berlín, Oskar Niedermayer. Tanto, que Soeder parece por encima de cualquier obstáculo. No solo la tradición que favorecería, en teoría, al elegido de la CDU, sino otras consideraciones puramente socioculturales propias del estado bávaro, un punto y aparte dentro del país por sus principios conservadores -representados por ejemplo en su apego a la ropa tradicional-, por su dialecto y, ya en la arena política, su "gafe" histórico: a pesar de que lleva unido a la CDU desde 1949, solo dos candidatos bávaros han comparecido a las elecciones generales por ambos partidos, y las dos veces han perdido.

Un candidato diferente

Soeder se enfrenta así a una labor de persuasión que comienza este mismo viernes, en lo que podría representar una "continuación a la alemana" de la tendencia rupturista de la política internacional, con la elección de líderes como el primer ministro británico, Boris Johnson, o el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que se han saltado las estructuras tradicionales y alcanzado el poder con un llamamiento directo a los votantes.

Soeder se unió al partido conservador bávaro en su adolescencia. Después de trabajar brevemente para la emisora pública del estado, se dedicó a la política, demostrando convicciones flexibles, una habilidad para la autodeterminación y la promoción personal. Críticos como su antiguo mentor, Peter Dilling, le consideran un "trepa despiadado, intrigante y oportunista".

Por ejemplo, y durante la crisis de inmigración de 2015 que agitó la política alemana, Soeder fue la fuerza impulsora detrás de los ataques de la CSU contra la política de 'puertas abiertas' liderada por Merkel, quien salió profundamente debilitada del envite. De hecho, hace apenas dos años, se burló de los refugiados, a quienes describió como "turistas de asilo".

Ahora, Soeder ha dado un giro de 180 grados. En septiembre, pidió al gobierno de Merkel que permitiera la entrada en el país de más niños del campo de refugiados griego de Moria, incendiado el año pasado, como "acto de deber cristiano", según declaró al diario 'Bild'.

La crisis del coronavirus ha consolidado su posición. En diciembre, denunció al Gobierno por actuar "medio dormido" ante la pandemia. Dos semanas después, Alemania entró en confinamiento total. Merkel ha aceptado cada iniciativa del Gobierno bávaro a este respecto, en lo que parece ser un gesto, según expertos consultados por Bloomberg, hacia su antigo crítico como el mejor contendiente posible del bloque conservador de Alemania.

"Soeder ha aprendido mucho en la crisis de la corona", ha declarado Thomas Goppel, ex secretario general de la CSU. "Se ha vuelto mucho más reflexivo y actúa de una manera más estadista de lo que solía hacerlo", afirma.