Al menos 256 manifestantes han sido arrestados este sábado durante una nueva jornada de protesta de los 'chalecos amarillos' para reivindicar cambios en el sistema político de Francia. Las fuerzas de seguridad han empleado gas lacrimógeno contra los manifestantes, que han incendiado mobiliario urbano para dificultar el paso de los vehículos en el noroeste de París.

Dos años después de sus primeras movilizaciones, el regreso de los "chalecos amarillos" este sábado en Francia no consiguió la movilización "masiva" que esperaban sus organizadores, y estuvo protagonizada por enfrentamientos aislados con la Policía que concentraron la atención.

Pese a la expectativa de este 12 de septiembre, que servía de "hashtag" en redes sociales para reagrupar a los manifestantes, la convocatoria del líder Jérôme Rodrigues contra "las injusticias sociales y fiscales que no dejan de crecer" no logró el seguimiento esperado.

En el margen de las protestas en París, 256 personas fueron interceptadas por la policía durante la marcha, en la que pusieron además 90 multas, según fuentes de la Prefectura de Policía, y 147 de ellas fueron puestas bajo arresto, según indicó por su parte a Efe la Fiscalía.

Las detenciones se debieron sobre todo a la requisa de objetos peligrosos, como martillos, destornilladores, palos de metal y barras de madera, principalmente, pero también botellas de alcohol y caretas, según varias fotos compartidas por la Prefectura de Policía de la capital en Twitter.

Además, algunos manifestantes quemaron basuras y se sirvieron de contenedores para hacer barricadas ante el fuerte dispositivo de antidisturbios.

Las concentraciones se sucedieron en las principales ciudades del país, como Burdeos, Toulouse y Marsella, mientras en París varios miles de personas salieron a la calle en un contexto poco favorable a las multitudes por la fuerte circulación del coronavirus en Francia, donde se registraron más de 9.000 contagios.

A la prenda reflectante que ha dado nombre al movimiento, se le sumaron en esta ocasión las mascarillas sanitarias, obligatoria en numerosas ciudades del país pero requerida además en este caso por las autoridades que pedían también un respeto a las distancias físicas que, según pudo comprobar EFE, fue difícil mantener.

Diversidad de perfiles

"Ya es hora de recomenzar a hacer presión en este gobierno que no comprende nada de nada. Hay que mostrar determinación. El Gobierno solo favorece a las empresas", declaró a Efe Pascale Leroy, 54 años, trabajadora en un banco.

La manifestante indicó a Efe durante una de las tres marchas que se sucedieron en la capital que había elegido un cortejo "más tranquilo" puesto que "quemando papeleras no lograrán reunir a más gente", aunque cree que ningún movimiento puede funcionar únicamente "sobre la base del pacifismo".

Con una pancarta en la que denunciaba la mercantilización de la sociedad, Nicolas Dufour, trabajador independiente de 42 años, indicó por su parte protestar para que el Gobierno dé un giro más popular ya que ahora es "demasiado elitista", y criticó que los políticos "reniegan de las raíces cristianas europeas".

En su opinión, los disturbios son provocados por jóvenes antifascistas utilizados por el Gobierno para desprestigiar al movimiento.

Ha sido precisamente la diversidad de perfiles y peticiones la que ha hecho difícil mantener la fuerza inicial de este movimiento que, en su nacimiento en el otoño de 2018 contra el aumento de las tasas del carburante llegó a congregar más de 100.000 personas.

Baja afluencia

En esta ocasión, la convocatoria de Rodrigues en Facebook, víctima del impacto de una bola de goma en 2019 que le provocó la pérdida de visión total en el ojo derecho, obtuvo más de 7.000 "me gusta" y algo más de 2.000 confirmaciones de asistencia, aunque su vídeo llamando a la desobediencia civil registró más de 150.000 visualizaciones.

"No es la 'rentrée' o el regreso de los 'chalecos amarillos', eso es una construcción mediática. Nos han metido en el armario, destrozados, destartalados, pero la rabia está ahí, en los hogares, en las reuniones en torno a la máquina de café de las empresas. Puede que no sea amarilla pero ahí está", dijo Rodrigues hoy en la manifestación.

"Los que han soportado el peso de Francia durante dos meses de confinamiento, los sanitarios, las cajeras, los basureros, ellos son los 'chalecos amarillos'", añadió.

La Prefectura de Policía había prohibido el día anterior que las marchas tuvieran lugar en la avenida de los Campos Elíseos, donde el prefecto de policía, Didier Lallement, quería evitar a toda costa el caos y la destrucción de comercios, que aparecían esta mañana blindados ante el temor a nuevos desbordamientos.

Finalmente, las marchas arrancaron antes de la hora establecida, las 12 del mediodía hora local (10.00 GMT), en la Plaza de Wagram, al noroeste de la ciudad, y a excepción de pequeños cortejos independientes, cada uno con líderes distintos, se mantuvieron en ese sector de la capital.

Al final, la dispersión de las protestas dio una imagen de poca fuerza de este regreso en el que quedó patente sin embargo el descontento político de una parte de la población, y que recibió el respaldo de algunos líderes de la izquierda, como Jean-Luc

Mélenchon y Fabien Roussel, cabeza del Partido Comunista Francés.