Los futbolistas de élite son demasiado conocidos por el derroche, los coches de lujo, los casoplones y las chicas espectaculares que les cuelgan del brazo. Pero Marcus Rashford ha traspasado las revistas de chismes y las páginas deportivas para entrar de golpe en la arena política. Y de qué manera. El delantero del Manchester United le ha ganado el pulso al primer ministro británico, Boris Johnson. Le ha obligado a dar marcha atrás en la batalla por las comidas escolares gratuitas, para las familias más pobres.

Johnson había anunciado que el pago de esas ayudas a más de un millón de alumnos se suspendería durante las vacaciones estivales en Inglaterra. Rashford se movilizó y ha logrado que se mantengan los cheques de comedor, una factura equivalente a 130 millones de euros, a razón de 16 euros a la semana por cada niño. "Esto no es el final. Hace falta dar más pasos", declaró el miércoles el deportista en una entrevista a la BBC, tras una victoria que considera sólo el principio de su personal confrontación contra la pobreza.

A los 22 años, Rashford, internacional en la selección inglesa, sabe de primera mano lo que es la penuria. El futbolista creció en Wythenshawe, una zona a las afueras de Manchester azotada por la delincuencia y la miseria. Su madre tenía que mantener ella sola a los cinco hijos que vivían bajo el mismo techo. "Trabajaba a toda hora (...) y se pasaba días enteros sin dormir, preocupada por cómo pagar los recibos, preocupada por si me metía en líos, si me juntaba con los que no debía", escribió el futbolista en una carta pública dirigida a los diputados británicos. "El sistema no estaba hecho para que familias como la mía salieran adelante, no importa lo duro que trabajen".

Bancos de comida

A los 11 años, uno antes de la edad oficial, su madre le llevó a la academia del Manchester United y explicó la situación familiar. Logró convencerles para que aceptaran al chico. Allí le dieron alojamiento, la comida adecuada, una educación y le abrieron el camino a un futuro diferente. A cambio tuvo que trabajar muy duro. Rashford recordaba en la carta los comedores escolares de su infancia, los bancos de comida y pedía que no se dejara a los niños sin algo que llevarse a la boca durante las vacaciones. "Esto no va de política. Es una cuestión de humanidad. Tenemos que mirarnos en el espejo y sentir que hemos hecho todo lo que hemos podido para proteger a los que no pueden, protegerse a sí mismos, por las razones o circunstancias que sean. Dejando las posiciones políticas al margen. ¿No podemos ponernos de acuerdo en que ningún niño debería irse a la cama con hambre?".

Rashford buscó en Twitter el respaldo a su campaña de los casi tres millones de seguidores con que cuenta. El exfutbolista Gary Lineker, presentador estrella de deportes en la BBC, se unió a la petición. Para entonces ya había un número considerable de diputados conservadores convencidos de que, de nuevo, a Johnson le había fallado el olfato político y había cometido un grave error. Obligado a rectificar, desesperado por salvar las apariencias, el primer ministro llamó por teléfono al futbolista para agradecerle su "contribución en el debate sobre la pobreza".

Otra estrella, Pep Guardiola, ha condenado a los que criticaban a Rashford, y también a Raheem Sterling del City, (que ha apoyado el movimiento antirracista), por defender asuntos sociales que nada tienen que ver con el fútbol. "Quizás la gente estúpida no crea que son seres humanos" declaró. "Admiró mucho los gestos de estos chicos".