A partir de mañana salgamos a la calle enfundados en un burka o un niqab. Vosotras y nosotros. Se requiere velo. Las medidas de protección han cambiado por razones de salud o de oportunidad de negocio. ¿Quién sabe?

Desde el comienzo de la epidemia, la OMS y muchos gobiernos han reiterado, basándose en datos científicos, que las mascarillas solo deben ser utilizadas por sanitarios, enfermos y personas cercanas a ellos. Ahora ya no es así, sino al contrario. ¿Qué ha cambiado?

Entre las razones de la evolución del discurso se encuentra una hipótesis: el coronavirus podría transmitirse a través del aire expirado -los aerosoles en la jerga científica- entre personas que están hablando en lugar de únicamente cuando estornudan o tosen, recoge el parisino Le Figaro a partir de unas declaraciones a Fox News del académico estadounidense y asesor de Donald Trump Anthony Fauci.

Si se confirma este modo de transmisión, se explicaría la capacidad del virus para propagarse a través de pacientes sin síntomas. Al considerar esta posibilidad, las autoridades sanitarias estadounidenses recomendaron el uso de la mascarilla, más para evitar contaminar a las personas cercanas que para protegerse. Anteriormente, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, había pedido a los residentes cubrirse la cara al salir de casa: "Podría ser con una bufanda o con un pañuelo". Aquí es donde entra en juego la posibilidad del velo islámico. En Alemania, el Instituto Robert-Koch, una institución de referencia en la salud pública, alentó a los ciudadanos, el pasado viernes, a usar mascarillas caseras en público. "Todavía no hay evidencia científica de que limiten la propagación del virus, pero parece plausible", dijo su presidente, Lothar Wieler, tal como se hace eco de ello el periódico de París. Esta opinión es compartida en Francia por la Academia de Medicina, que también dictaminó que la mascarilla debería ser, además, obligatoria durante y después del parto.

El propio de Gobierno francés ha cambiado su posición al anunciar la fabricación industrial de mascarillas alternativas no médicas. "Animamos al público en general, si lo desea, a usarlas", dijo igualmente el profesor Jérôme Salomon, del Ministerio de Salud. La idea de la Academia de Medicina es que la mascarilla alternativa sea obligatoria durante el periodo de confinamiento y cuando este se levante también.

Este fin de semana, volvemos a la misma fecha de claudicación, coincidiendo con el discurso global, Fernando Simón, la voz del coronavirus en España, que hasta el momento había recomendado que no se usasen mascarillas, se mostró partidario de ellas y de establecer a partir de ahora relaciones "a la japonesa", sin que medie entre prójimos el contacto físico. Y algunos países, como es el caso de Austria, han impuesto ya el uso de mascarillas en los supermercados. ¿Pero hay suficientes para todo el planeta? ¿Qué dicen los expertos? Las mascarillas, con todo tipo de homologación, amateur o profesional, las están fabricando -no solo los chinos- en todo el mundo. Algunas, de diseño, van a ser probablemente la sensación. El virus afecta asimismo a la cordura.

"La transmisión primaria del Covid-19 se basa en gotitas, y ahora sabemos que ocurre principalmente en los primeros siete días después de la infección, cuando las personas son en gran medida asintomáticas. Ello significa que si eres altamente infeccioso, probablemente no lo sabrás. Por tanto, debemos asumir que somos potencialmente letales para las personas que nos rodean cuando estas microgotas se expulsan mientras hablamos", explica al diario inglés The Guardian Jeremy Howard, investigador científico de la Universidad de San Francisco. Ben Cowling, codirector del Centro Colaborador de la OMS para Epidemiología y Control de Enfermedades Infecciosas en la Universidad de Hong Kong, sostiene que si la OMS considerara modificar sus recomendaciones actuales, podría decir: "Guarde las máscaras quirúrgicas para la atención médica y analicemos el uso de otras caseras y de tela para reducir el riesgo de transmisión".

"Me preocupa que alguien que esté enfermo use una mascarilla y luego se toque la boca debajo, no se lave las manos y sobe las superficies. Me preocupa la falsa sensación de seguridad, que las personas no las usen adecuadamente o que no las limpien como es debido. Hay muchas otras manera de detener la transmisión más allá del uso de la mascarilla. Queremos que las personas enfermas las usen, pero si se recomienda a todos que se pongan una en este momento, creo que podría afectar a los suministros", comenta Saskia Popescu, epidemióloga de Phoenix, en el mismo periódico británico.

A lo que Popescu se refiere con "otras maneras de detener la transmisión" es a los necesarios controles de la misma mediante las pruebas de detección, una asignatura pendiente no solo en este país. Frente a la emergencia sanitaria, resulta más fácil enmascarar a los ciudadanos para prevenir el contagio de los asintomáticos, que son las verdaderas bombas de relojería de la pandemia y que tendrían que ser testados.