Un nuevo cisma institucional se abrió el pasado domingo en Venezuela. Los diputados chavistas votaron como presidente del Parlamento a un casi desconocido Luis Parra, mientras las fuerzas policiales impedían a golpes acceder al hemiciclo a Juan Guaidó, reelegido horas después como líder de la cámara legislativa en la sede del diario El Nacional.

Notablemente afectado tras los hechos, Guaidó denunció que para la elección de la nueva junta directiva de la cámara fue necesaria "la complicidad de unos pseudodiputados", como el mismo Parra, tachados de corruptos. Sin embargo y pese al apoyo de esos parlamentarios, Guaidó dijo que la sesión no contó con una mayoría suficiente para el quórum, puesto que los chavistas "no tienen los votos" necesarios.

El Palacio Legislativo había amanecido el domingo tomado por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana y la Guardia Nacional Bolivariana (militarizada), quienes incluso impidieron a numerosos periodistas ingresar a la sede de la Asamblea Nacional.

Allí se presentó Guaidó junto a un grupo de diputados que fueron retenidos como él durante horas en los diferentes puntos de control bajo la excusa de que debían revisar uno a uno la documentación. En paralelo, parlamentarios del oficialista Bloque de la Patria y opositores que se han apartado de la línea de Guaidó, acusados muchos de ellos de corrupción, ingresaron sin mayor problema.

Cuando Guaidó, a quien casi 60 países reconocen como presidente interino de Venezuela, llegó hasta el edificio los agentes del GNB le impidieron el acceso y se desató entonces la escena más insólita de la jornada: una docena de funcionarios le hicieron retroceder a golpes. Entonces se encaramó a una verja desde la cual intentó saltar para acceder al recinto e incluso llegó a encararse con un alto oficial de la GNB, con los dos rostros separados por escasos centímetros, en lo alto de la valla.

En el interior del Parlamento todo se aceleró y el diputado de mayor edad, el chavista Héctor Agüero, asumió la presidencia de forma temporal como establece el reglamento de debates. Según pudo constatar Efe, el jefe de la bancada oficialista, Francisco Torrealba, impulsó al diputado Luis Parra, expulsado del partido opositor Primero Justicia hace semanas tras ser acusado de corrupción, y dio instrucciones para que fuera ungido presidente de la AN. Para sorpresa incluso de sí mismo, Parra fue elegido, si bien nunca se supo el número de votos que obtuvo, pues la transmisión para muchos medios fue imposible ante la caída general de las redes. Sólo el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV) hizo una transmisión demediada.

Lo descabellado de la escena quedó en evidencia cuando Parra tuvo que dirigirse a los asistentes con un megáfono en mano porque los técnicos de sonido se negaban a encender los micrófonos. Entonces, varios simpatizantes del chavismo intentaron echar abajo a golpes la cabina de audio.

Torrealba frenó esa acción y pidió acelerar la votación. Según dijo después, los diputados oficialistas estaban nerviosos porque no llegaba Guaidó, si bien desde dentro se podía escuchar la pelea desatada a las puertas. "Hoy, en lo que es el desmantelamiento del Estado de derecho y el asesinato de la República vemos cómo toman violentamente el Palacio Federal Legislativo", aseguró Guaidó minutos después con la voz entrecortada y la chaqueta de su traje hecha jirones.

La paradoja institucional venezolana se duplica y se enreda si ya no lo estaba bastante. No sólo cuenta con un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) no reconocido por la oposición y otro en el exilio. Ahora también tiene dos presidentes para un único Parlamento.