El próximo 12 de diciembre, Reino Unido celebra sus terceras elecciones generales desde 2015. Se trata de unos comicios de enorme relevancia por lo que al futuro del Brexit se refiere. De hecho, según las encuestas, la salida del Reino Unido de la UE es la cuestión que más preocupa a los británicos, por encima del sistema de salud o de la inmigración, y es el punto sobre el giran los debates electorales.

Las elecciones son, por tanto, una oportunidad para que los británicos decidan qué salida quieren respecto al Brexit, si bien los resultados podrían seguir sin dar una mayoría clara a las distintas posiciones.

Ya han pasado tres años y medio desde que la opción favorable al Brexit ganara el referéndum y todavía el país no ha conseguido hacer efectiva la salida por falta de apoyo en el Parlamento. La correlación de mayorías que salga de las elecciones será clave, por tanto, en el futuro desarrollo del Brexit, dado que cada partido posee una postura distinta.

El actual primer ministro, Boris Johnson, espera obtener una mayoría clara que le permita aprobar su plan de Brexit antes del 31 de enero, fecha tope de la última prórroga. Por su parte, los Laboristas quien incrementar sus diputados para poder llevar a cabo su propia salida de la UE. Y es que los centristas del partido Liberal Demócrata, de carácter proeuropeo, podrían estar abiertos a apoyar un gobierno en minoría de Jeremy Corbyn -partidario de un segundo referéndum-, algo que parece que no harían respecto a Johnson.

Las elecciones, en datos

En las elecciones de Reino Unido están llamados a votar 46 millones de personas. Se trata de un país en el que, habitualmente, se produce una mayor abstención entre la gente joven. Los electores acuden a depositar su voto en colegios e iglesias, en un horario comprendido entre las 7h y las 22h.

Los diputados se eligen por distritos. Aquel con más votos en cada distrito, es el elegido para la Cámara de los Comunes. Para presentarse deben pagar una fianza de 500 libras esterlinas que recupera sólo en caso de obtener al menos el 5% de los votos.

Desde 1922, conservadores y laboristas se han alternado en el poder, aunque en los últimos años se ha ido incrementado el apoyo al partido Liberal Demócrata.

El ganador de las elecciones se postula ante la Reina Isabel II para pedir permiso y ser elegido presidente. El Parlamento debe refrendar después al candidato ganador. Si no consigue el apoyo, el siguiente candidato más votado seguiría los mismos pasos.