Evo Morales, uno de los pocos presidentes indígenas en la historia de América Latina, cerró este domingo una etapa histórica en Bolivia, con sus luces y sombras, al renunciar al poder forzado por la peor crisis en sus casi 14 años de mandato.

La renuncia del presidente con más tiempo en el poder en la historia del país dio paso primero a la euforia de quienes esperaban desde hacía años este momento.

Pero luego sumió a Bolivia en medio de un vacío de poder, en el que las únicas autoridades que parecen haber quedado son policías y militares.

LA renuncia de un líder histórico

Morales había asumido a primera hora del día que iría a unas nuevas elecciones, pese a insistir en la legitimidad de su triunfo en los comicios del pasado 20 de octubre para un cuarto mandato consecutivo hasta 2025.

De madrugada, la Organización de Estados Americanos (OEA) había difundido un informe instando a repetir la cita en las urnas, por graves irregularidades en un proceso llevado por un órgano electoral sin credibilidad.

El todavía presidente lo hacía para "pacificar" el país, inmerso desde el día después de las votaciones en una crisis social y política al desencadenarse las denuncias de fraude a su favor en el recuento de votos.

Una convulsión social que deja al menos tres muertos y más de cuatrocientos heridos en enfrentamientos entre quienes le defienden aún incondicionalmente y quienes temían que se perpetuara en el poder convirtiendo a Bolivia en una especie de Venezuela.

El anuncio de nuevas elecciones no sirvió a la oposición, que solo veía como salida a la crisis su renuncia al poder, la tensión aumentaba en el país y su Gobierno se iba desmoronando con dimisiones en cascada.

A media tarde Morales aparecía en televisión desde algún lugar sin determinar, entre el temor de que hubiera huido del país, para pronunciar su discurso de despedida.

Las palabras del adiós

El discurso del adiós repasó los logros de su etapa al frente de Bolivia, en la que el país pasó de ser identificado por su pobreza a convertirse en la economía de toda Sudamérica que más creció de manera sostenida.

Una era que cerraba obligado por un "golpe de Estado" consumado por los opositores Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, como venía alertando desde que empezaron a acusarle de fraude y a movilizarse para forzar su renuncia.

"No tengo por qué escapar", porque "no he robado nada", declaró Morales, esperanzado en que puede ser solo un hasta luego porque "la lucha no termina acá".

El que hasta ahora era uno de los últimos supervivientes del socialismo del siglo XXI dijo que se despedía para dar paso a la paz en su país, pero tras la celebración inicial que tanto ansiaban sus detractores, lo que se desató fue el caos.

El caos tras la despedida

Saqueos, incendios, ataques a casas de opositores y oficialistas, incluida una del propio Morales en la ciudad de Cochabamba, dejaron una noche de auténtico pavor para muchos bolivianos que clamaban ayuda a la Policía y las Fuerzas Armadas, las únicas autoridades que parecen haber quedado en el país.

La Policía desmentía que hubiera una orden para detener al mandatario saliente en el Chapare, la zona cocalera de Bolivia que le catapultó al poder en 2006 por su lucha como sindicalista y en la que se supone que se ha refugiado.

Un caos ante el que los mandos policiales y militares llamaban a los bolivianos a mantener la calma, garantes del orden constitucional.

Pero la sensación es de vacío de poder, al haber renunciado quienes podían suceder al presidente, como son el vicepresidente y los jefes de las cámaras de Senadores y de Diputados, hasta el punto de plantearse que incluso pueda asumir provisionalmente la jefatura de Estado alguna parlamentaria opositora.

Bolivia no se encontraba en esta incertidumbre desde 2005, cuando precisamente fue el entonces presidente Carlos Mesa el que renunció asediado por una grave convulsión social.

Una solución podría ser un comisión mixta de ambas cámaras que, de emergencia,,estudie qué hacer ahora, explicó a Efe el abogado constitucionalista Gonzalo Hidalgo.

La incertidumbre después de Morales

Bolivia inicia ahora la etapa después de este ciclo histórico del líder indígena Evo Morales, que durante estos "trece años, nueve meses y 18 días", que contó detalladamente en su despedida, fue capaz de asombrar a muchos en todo el mundo y a la vez de despertar los miedos de otros por su populismo.

Mesa quedó segundo en unas elecciones de las que ya no queda duda que fueron fraudulentas: la presidenta del órgano electoral, María Eugenia Choque, ha terminado detenida.

Pero el expresidente ha ido perdiendo protagonismo a favor de Camacho, líder del comité cívico de Santa Cruz, la mayor región y más pujante de Bolivia, que ha acudido a La Paz con una aureola de salvador.

Evo Morales tuvo la oportunidad de dejar el poder por todo lo alto, pero se vio forzado a renunciar en su intento de seguir llevando a Bolivia por su histórico proceso de cambio, en un momento convulso en buena parte de América Latina.