Boris Johnson se ha convertido en el nuevo primer ministro británico. El exalcalde de Londres, firme defensor del Brexit, partía como favorito en las encuestas desde que Theresa May anunciara su renuncia el pasado mayo por el fracaso en las negociaciones con la Unión Europea.

Johnson fue uno de los principales impulsores de la campaña a favor del Brexit antes del referéndum de 2016, pero renunció pocos días después de ese plebiscito a presentarse como candidato a primer ministro, lo que dejó paso a Theresa May.

En esta ocasión, el exalcalde de la capital británica, que disparó su popularidad con la organización de los Juegos Olímpicos de 2012, sí que dio el paso para dirigir al país en la fase más delicada del Brexit, partiendo desde el principio como el gran favorito.

Johnson comenzó a hacer una discreta campaña entre sus compañeros de bancada ya hace meses, cuando la posibilidad de que May acabara dimitiendo comenzaba a ser un rumor constante en Westminster.

Algunos "tories" expresaban entonces dudas sobre la idoneidad de Johnson como líder, en parte debido a su peculiar carácter y su facilidad para provocar polémicas, pero la desconfianza ha quedado disipada con el amplio apoyo que ha recibido en la primera fase de las primarias.

Para asegurarse de que no alimentaba ninguna controversia inoportuna, "BoJo", como se le conoce informalmente en los corrillos parlamentarios, ha mantenido un perfil especialmente bajo en los últimos meses, con contadas apariciones públicas.

La mayoría de sus aportaciones al debate sobre el Brexit llegaron a través de su columna semanal en el diario conservador "The Telegraph", del que cobra un sueldo de 275.000 libras anuales (308.000 euros).

Mientras los otros nueve candidatos a las primarias conservadoras se prodigaban en actos y entrevistas, Johnson se limitó a un puñado de encuentros con los medios de comunicación: dos entrevistas a diarios afines, un debate televisado por la BBC y el discurso de presentación de su campaña.

En esas ocasiones subrayó que su principal objetivo como jefe de Gobierno será sacar al Reino Unido de la UE el 31 de octubre -la fecha límite que ha marcado Bruselas-, dado que cree que otro retraso minaría la confianza de los votantes conservadores.

La presión sobre los "tories" en ese terreno ha aumentado después de las elecciones al Parlamento Europeo de mayo, en las que el Partido del Brexit, liderado por el eurófobo Nigel Farage, obtuviese el 31,6 % de los votos, y los conservadores quedaran relegados al quinto puesto, con el 9,1 %.

Antes que materializar un divorcio abrupto, Johnson asegura que intentará renegociar el acuerdo del Brexit al que llegó May con Bruselas, aunque la UE ha advertido hasta ahora de que no modificará los términos de salida ya pactados.

En particular, el exalcalde quiere retirar del texto la polémica cláusula de salvaguarda para evitar una frontera en Irlanda del Norte, el pasaje más controvertido del acuerdo, que llevó a la Cámara de los Comunes a tumbarlo en tres ocasiones.

Johnson ha sugerido que buscará "incentivos" para que Bruselas se avenga a negociar lo que no ha aceptado hasta ahora, entre ellos la retención de la factura de salida de la UE, de unos 39.000 millones de libras (44.000 millones de euros), hasta que obtenga nuevas concesiones.