En su último gran discurso como primera ministra del Reino Unido, Theresa May expresó hoy su preocupación por la creciente polarización de la sociedad británica y urgió a la clase política a buscar un "terreno común" en el controvertido proceso de salida de la Unión Europea.

May entregará el próximo miércoles las llaves de la residencia oficial de Downing Street a Boris Johnson o bien a Jeremy Hunt, los dos candidatos a sucederla como líder del Partido Conservador, que han endurecido en los últimos días sus posturas sobre el "brexit".

"Tenemos razones para estar seriamente preocupados, tanto en casa como a nivel internacional, en la sustancia y en el tono. Estoy preocupada por el estado de la política", declaró May en una intervención en el Real Instituto de Asuntos Internacionales, en el centro de Londres.

El Partido Conservador anunciará el martes al ganador de las primarias de la formación, en las que Johnson se presenta como el claro favorito para hacerse con la mayoría de los votos de los 160.000 militantes "tories" llamados a las urnas.

Al día siguiente, May asistirá a su última sesión de control en la Cámara de los Comunes, antes de acudir al palacio de Buckingham, donde ofrecerá su renuncia a la reina Isabel II, que poco después designará al siguiente jefe del Ejecutivo.

Tanto Johnson como Hunt han declarado en los últimos días que la polémica cláusula para evitar una frontera en Irlanda del Norte, una de las exigencias de la UE para aceptar una salida pactada del Reino Unido del bloque comunitario, está "muerta".

Una salida de la UE abrupta

El endurecimiento de su posición ha vuelto a elevar el temor a que el próximo primer ministro conduzca al país hacia una ruptura abrupta, un escenario que ninguno de los dos candidatos descarta.

Esa perspectiva ha golpeado en los últimos días a la libra esterlina, cuyo valor oficial respecto al euro llegó a ser hoy de 1,1062 euros -su menor nivel este año-, pero que en algunas casas de cambio se ha situado por debajo de 1 euro.

May, que se vio obligada a anunciar su dimisión después de que el Parlamento tumbara por tercera ocasión el acuerdo de salida al que había llegado con Bruselas, insistió en su intervención en la necesidad de "estar preparados para llegar a compromisos".

"Eso no implica renunciar a tus valores y convicciones", esgrimió la todavía jefa de Gobierno, quien advirtió de que el discurso político en el Reino Unido ha descendido hacia el "rencor" y la "amargura tribal".

"Las palabras tienen consecuencias. Y las palabras malintencionadas, si no se cuestionan, son el primer paso hacia las malas acciones y hacia un lugar mucho más oscuro, en el que el odio y el prejuicio dirigen no solo lo que la gente dice, sino lo que hace", declaró.

Al hacer balance de sus tres años al frente del Gobierno británico, May, de 62 años e hija de un vicario de la Iglesia anglicana, aseguró que su mayor remordimiento es no haber sido capaz de materializar el "brexit".

"Algunos argumentan que debería haber sacado al Reino Unido de la Unión Europea el 29 de marzo sin un acuerdo", afirmó May, que sin embargo recalcó su apuesta por encontrar "un camino sostenible a largo plazo" para el Reino Unido.

Tras el discurso, un portavoz de Downing Street puntualizó que las críticas a la falta de "voluntad de compromiso" y "pragmatismo" de la clase política británica no se dirigían a ninguno de sus posibles sucesores, ni los comentarios sobre el populismo a nivel internacional a ningún mandatario en particular.

"La primera ministra tenía obviamente la oportunidad de caracterizar su discurso a partir de personas concretas. De manera muy notoria, decidió no aprovechar esa oportunidad", dijo ese portavoz.

"Este no era un discurso sobre individuos, sino sobre tendencias al alza", detalló esa fuente.

En el Partido Laborista, el diputado David Lammy tachó de "palabras huecas" el discurso de May, que en su opinión ha promovido desde Downing Street una "agenda con retórica populista".