Alberto Pérez Peña, de 36 años de edad y natural de Santa Cruz de Tenerife, y Javier Pizarro Martín, vecinos La Orotava y de 35 años, llegaron a Sri Lanka el viernes, 18 de abril, en viaje de vacaciones, aprovechando los días libres de la Semana Santa.

Cuando el pasado domingo se sucedió la cadena de atentados, ellos se encontraban realizando una visita a las fantásticas cuevas de Dambulla, declaradas Patrimonio de la Humanidad, donde se encuentran templos budistas.

Alberto Pérez relata cómo, en un primer momento, "se respiraba incredulidad, la gente no sabía muy bien qué era lo que realmente estaba sucediendo...". Pero a medida que iban pasando las horas de aquel terrorífico domingo y las noticias confirmaban la gravedad de los atentados, "la sensación de incredulidad se fue tornando en una enorme tristeza y una gran preocupación", comenta este viajero, quien destaca que estos atentados han hecho rebrotar "los sentimientos de épocas que pensaban superadas (aquellos episodios de muerte protagonizados por el horror de los llamados Tigres de Tamil) y, por tanto, ha representado un duro golpe para ellos volver a revivir todas aquellas oscuras sensaciones".

Ahora, esta ola de terror "ha despertado en la población todos aquellos fantasmas del pasado y está claro que, aunque no lo expresen de una manera abierta, sí hemos percibido que el miedo está plenamente presente".

En las ciudades que han ido recorriendo, estos dos tinerfeños dicen haber constatado "una gran presencia policial y militar, extremando al máximo los controles. Además, un gran número de establecimientos comerciales permanecen aún cerrados".

El movimiento en las calles, que en estos países suelen ser un auténtico hervidero, "también ha disminuido, incluso en los puntos de interés turístico, pese a que la sensación de seguridad, por lo menos desde nuestro punto de vista, es total", comentan.

Eso sí, al día siguiente de producirse los atentados, entienden que debido a la confusión, "las gasolineras estaban colapsadas", pero la situación, a medida que ha ido avanzando la semana, tiende a normalizarse, "aunque aún estamos sujetos a los toques de queda, que se van minimizando en el tiempo; comenzamos desde las 18:00 alas 6:00, y este martes, el toque de queda se había establecido desde las 21:00 a las 4:00 horas".

A modo ilustrativo, y casi como una anécdota de cuál es el sentir del pueblo, explican el momento que vivieron con el miembro del staff de un hotel en la zona de Adams Peak. "Esta persona, suponiendo que, como españoles, éramos católicos, se acercó a nosotros muy emocionada, pidiéndonos perdón por lo sucedido y tratando de explicarnos que esto había sido cosa de una minoría que no representa al resto del país".

En su periplo por Sri Lanka, Alberto y Javier se han encontrado con otros españoles, una pareja de madrileños y otra de Zaragoza, "y todos hemos coincidido en destacar lo que nos ha costado ponernos en contacto con nuestros familiares y amigos", cuando momentos después de los ataques, el Gobierno bloqueó todas las redes sociales (y aún lo están) "y fue complicado poder contactar con ellos y decirles que estábamos bien".

Estos tinerfeños no quieren dejar pasar la oportunidad para manifestar que consideran "algo totalmente injusto que estos sucesos afecten al turismo de Sri Lanka", pues entienden que hoy en día, desgraciadamente, esto puede pasar en cualquier lugar del mundo. "La gente en Sri Lanka es fantástica; son personas muy acogedoras y respetuosas, siempre te brindan un saludo y una sonrisa; nosotros solo tenemos buenas palabras para todos ellos, y nuestra estancia está siendo formidable: es un país de una innegable belleza natural".

Dos tinerfeños, Alberto Pérez Peña y Javier Pizarro Martín, se encuentran en Sri Lanka de turismo. Los atentados los cogió en otra región, pero perciben el dolor y el miedo del pueblo.

"Un miembro del 'staff' del hotel, que supuso éramos católicos, nos pidió perdón"