El grancanario Agustín Estupiñán y la tinerfeña Lucia Anchatuña acababan de terminar una visita guiada por las inmediaciones de la catedral de Notre Dame. Eran las 17.30 horas cuando el tour tocaba a su fin en las inmediaciones de uno de los centros turísticos de París. Decidieron volver al hotel para descansar antes de salir a cenar. "Fue justo cuando llegué cuando recibí el mensaje de mi amigo Julio: '¿Esto es verdad?', me pregúntó", con unas fotos del templo en llamas. "¿Cómo va a ser verdad si acabo de estar allí?", le contestó. Bastaron unos segundos para encender la tele y ver que el monumento histórico más visitado de Europa estaba siendo devorado por las llamas.

Estupiñán y Anchatuña, que se encuentran de vacaciones en París, eran algunos de la decena de canarios que hoy fueron testigos de un suceso histórico. A las siete de la tarde, apenas hora y media después de que acabaran la visita, la alarma saltaba en la capital francesa. La pequeña Île de la Cité (Isla de la Ciudad), donde se fundó la ciudad de la luz que hoy es emblema de Europa, comenzaba a ser desalojada ante la gravedad del incendio que afectaba al monumento de estilo gótico que se empezó a construir en 1163 y se finalizó en 1345.

El canario apuntaba que con la noche la ciudad se había sumido en un murmullo constante. El bullicio típico de los turistas había desaparecido. Las calles aledañas a la Île de la Cité estaban atestada de miles de persones que con sus teléfonos móviles dejaban constancia del momento histórico al que estaban asistiendo. A lo lejos, en la isla del río Sena que se encontraba fortificada por las fuerzas de seguridad que cerraron cualquier acceso a los ciudadanos, las llamas continuaban devorando la estructura de la catedral. "Es sobrecogedor", acertaba a decir este grancanario residente en Tenerife mientras veía cómo los bomberos trataban de atajar las llamas expulsando agua desde las mangueras.