La OTAN está de aniversario. La Organización para el Tratado del Atlántico Norte quedó constituida un 4 de abril de 1949 con la firma en la Casa Blanca de la mayor alianza militar de la Historia. Su objetivo entonces, y hasta la conclusión de la Guerra Fría con la disolución de la URSS, fue hacer frente a una hipotética agresión del bloque comunista. Siete décadas después, la OTAN incluye en su seno a algunos de los países a los que entonces consideraba posibles enemigos, caso de naciones del Este de Europa, y se encuentra con un escenario internacional muy diferente, con amenazas como el terrorismo y la ciberguerra, pero sigue conservando, igual que entonces, una atenta mirada a Moscú.

La Segunda Guerra Mundial devastó Europa e hizo girar el liderazgo internacional desde el Viejo Continente a Estados Unidos y la Unión Soviética. Washington cobijó a sus más importantes aliados -Francia, Reino Unido, Italia y, en 1955, la Alemania Federal- bajo el paraguas de un pacto militar que los protegiese ante el expansionismo soviético, que respondió creando el Pacto de Varsovia con sus países satélite, entre los que la República Democrática Alemana era uno de sus vértices más peligrosos para la Europa occidental.

Un caza español Boeing F/A-18 Hornet durante unas maniobras de la OTAN en Holanda. Shutterstock

Setenta años después, el mundo es muy distinto. La desaparición de la URSS en 1991 no supuso el fin de la Historia, como sostenía el pensador estadounidense Francis Fukuyama, sino que dio paso a unas relaciones internacionales marcadas por el ascenso de China, las renacidas ambiciones de Rusia, los atentados terroristas, los movimientos migratorios, Internet y el auge de los extremismos de ultraderecha. Factores que hacen que la OTAN, de la que España es miembro desde 1982, se halle en los últimos años en un proceso de redefinición de su papel, algo que no le está resultando fácil por las distintas prioridades de sus miembros.

Contribución de los aliados

La cuestión de la financiación ha abierto en los últimos años una brecha entre Estados Unidos y sus aliados en Europa. Washington, que soporta cerca del 70% del presupuesto total de la Alianza, viene reclamando desde hace tiempo que el resto de miembros contribuya con cerca del 2% del PIB de cada país. Lo explica Alberto Priego, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas. "Este problema se arrastra desde la década de los 90, con Bill Clinton en la presidencia de Estados Unidos. EE UU toma parte en la guerra de Yugoslavia, pese a que considera que es un problema europeo, a cambio de que se asuma una mayor aportación del resto a la OTAN". Dos décadas después de aquellos conflictos, de los que se recuerda sobre todo el bombardeo de Belgrado en 1999, la diferencia presupuestaria continúa. "En su campaña electoral Trump aseguró que la OTAN estaba obsoleta y que los europeos deben garantizar su propia seguridad. La visita del secretario general, Jens Stoltenberg, a Washington trata de restablecer la confianza entre EE UU y Europa. Antes, la Alianza se presuponía como algo natural y lógico, pero ahora existe una contestación porque todo el paisaje político del mundo ha cambiado. No obstante, hay que preguntarse si el criterio del 2% del PIB es lo único en lo que hay que fijarse. Debe existir cooperación para que el gasto no sea redundante", subraya Pol Morillas, director del Centro de Estudios Internacionales de Barcelona (CIDOB), que se pregunta también como va a encajar el proyecto de la Europa de la Defensa, que lidera Macron en Francia, con los objetivos y estructuras de la OTAN.

Gasto en defensa

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Yihadismo, desastres naturales y Rusia

Los atentados terroristas del 11-S y la expansión de Al Qaeda obligaron a la OTAN a reformular sus ámbitos de actuación. Si bien en Afganistán existió cierto consenso entre los miembros sobre el rol que debía asumir la Alianza, los aliados europeos discreparon de la visión de Estados Unidos de que la OTAN tomase parte en la Guerra de Irak, lo que provocó una fractura entre Washington y el eje París-Berlín. Finalmente, la OTAN contribuyó en determinadas operaciones de estabilización una vez concluida la fase decisiva de la intervención bélica de Estados Unidos para derrocar al régimen de Sadam Hussein. "La mayor transformación de la Alianza se da en esa primera década del siglo, cuando reformula sus estructuras por el problema del terrorismo, pero en 2014 vuelve a recuperar algunas de ellas por la amenaza de Rusia. Ahora mismo dispone de una estructura flexible en el flanco sur, centrada en atender aspectos relacionados con el terrorismo, las migraciones y los desastres naturales, y otra más tradicional en el Este, que prioriza a Rusia", indica el profesor de Comillas Alberto Priego.

El mundo cambia, pero el motivo fundacional de la creación de la OTAN vuelve a ser el mismo. "Rusia vuelve a resurgir. Ya no es la URSS, pero tiene una influencia fuerte en los países vecinos", explica Pol Morillas, del CIDOB. Para este analista, la capacidad de Moscú para la injerencia en la política interna de terceros países, en especial a través de las nuevas tecnologías, plantea un nuevo reto a la OTAN. "El centro de operaciones de estas actividades es difuso. Sabemos que hay una implicación rusa, pero no necesariamente debe estar focalizada en este país, sino que puede estarlo en otros Estados débiles", añade.

El mapa de la OTAN. Infografía: Izaskun Garaizabal

Actualmente, la OTAN se maneja en una calculada ambivalencia con Moscú. La ampliación de la Alianza a países como Polonia y Hungría -países que se sumaron al pacto con gran determinación tras cinco décadas de estar bajo el mando de Moscú- molestó a Rusia, que en la última década respondió interviniendo militarmente en Georgia y Ucrania, otras dos naciones ex soviéticas que quieren sumarse a la OTAN. "Rusia atacó esos países antes de que se produjese su adhesión a la Alianza con el objetivo de que la OTAN paralizase esos procesos, como finalmente ha ocurrido. Se tratan de tender puentes a Rusia, pero al mismo la OTAN está reafirmando su compromiso con todos los miembros", explica Priego. Pero no es el único ámbito nuevo de acción de la OTAN. "La ciberseguridad y al auge de China, que ha ganando también influencia en Asia, son aspectos también a tener en cuenta", dice Morillas.