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¿Qué es la reducción del daño y cómo se aplica al tabaquismo?

Todo comienza con el deseo que ha tenido siempre la humanidad de innovar para mejorar. Sin embargo, muchas de las innovaciones que se han producido a lo largo de la historia y que ahora están ampliamente aceptadas, han pasado por momentos de escepticismo e incluso desaprobación por lo desconocido. Pero han demostrado, con el paso del tiempo, ser una opción mejor.



Todo comienza con el deseo que ha tenido siempre la humanidad de innovar para mejorar.

La implementación en el día a día

Con carácter general, reducir el daño implica diseñar y organizar una serie de medidas y actividades preventivas, que pueden ser de carácter sanitario y/o social. No se trata de eliminar un comportamiento por completo, sino de que este sea menos arriesgado y dañino. Este tipo de acciones ya se han llevado a otros ámbitos y se han integrado por completo en la vida de las personas. Es más, las innovaciones en diferentes sectores han vivido en las últimas décadas un importante impulso a nivel mundial.

Por ejemplo, uno de los más conocidos y a los que la sociedad ya está habituada son los sistemas de seguridad aplicados a la automoción, como son los cinturones de seguridad cuyo objetivo es el de minimizar las heridas en una colisión y otros accidentes.

El primer registro de utilización de cinturones de seguridad en un automóvil data de finales de la década de 1940, cuando Preston Tucker intentó revolucionar el sistema de seguridad. Esta innovación fue presentada en el único modelo que llegó a producir, el Tucker Torpedo. Sin embargo, una serie de trabas impuestas por organismos que regulaban la industria norteamericana del automóvil hicieron cerrar su fábrica y con ello, la idea de producción en masa de este tipo de coches. A pesar de ello, Tucker había logrado su cometido de insertar la temática de la seguridad de los ocupantes a la hora de desarrollar y fabricar un automóvil.

Como vemos, a veces, para poder generar un impacto positivo en la sociedad no solo basta con invertir en investigación y desarrollar nuevos productos, sino que también es necesario que se abra un debate basado en hechos y ciencia, que demuestren la eficacia de dichos productos.

¿Es posible la reducción del daño en el tabaquismo?

Tradicionalmente, las políticas públicas se han centrado en combatir el hábito de fumar por dos vías: las estrategias de prevención (cuyo objetivo es que la población no comience a fumar) y la cesación (cuyo objetivo es que los fumadores lo dejen).

Sin embargo, los datos demuestran que, aunque estas políticas son necesarias y deben continuar, no son suficientes. En este contexto, existen otros enfoques que buscan esa tercera vía de la reducción del daño, pero esta vez aplicada al daño causado por los cigarrillos. El objetivo es proporcionar una mejor opción a los fumadores adultos que de otra forma continuarían fumando cigarrillos, la forma de consumo de tabaco y nicotina más nociva que existe y, sin embargo, la más extendida. ¿A través de qué? A través de alternativas libres de humo que evitan la combustión.



La transformación tecnológica en la industria del tabaco ha permitido el desarrollo de las alternativas sin combustión y, por ende, libres de humo y que tienen el potencial de reducir el daño asociado al tabaquismo.

Por supuesto, lo mejor para eliminar el daño será siempre dejar de consumir tabaco y nicotina por completo, o no haber empezado nunca. Pero para aquellos fumadores adultos que, aun sabiendo el daño que causa, van a seguir con el hábito de fumar, es necesario poner a su disposición toda la evidencia científica que existe alrededor de estas alternativas al cigarrillo que, sin ser inocuas, demuestran ser menos perjudiciales.

Gracias a numerosos estudios científicos se ha demostrado que el humo es la principal causa de enfermedades relacionadas con el hábito de fumar. Al encender un cigarrillo, se desencadena la combustión, un proceso que puede alcanzar temperaturas por encima de los 600ºC. Estas altísimas temperaturas provocan la generación de las sustancias químicas presentes en el humo, que son más de 6.000 y de las cuales unas 100 han sido clasificadas por las autoridades de Salud Pública como nocivas o potencialmente nocivas. Por tanto, conseguir eliminar la combustión de la ecuación, con la evidencia científica que lo avale, se traduce en conseguir reducir de manera significativa los niveles de sustancias químicas nocivas en comparación con el humo del cigarrillo.

Las alternativas libres de humo lo que hacen es, precisamente, eliminar la combustión y, por ende, el humo y la ceniza. Pero no por ello están exentas de riesgo y, además, con su uso generalmente se inhala nicotina1 , que es adictiva, si bien no es la principal causa de enfermedades relacionadas con el tabaquismo.

¿Qué importancia tienen las alternativas sin humo para reducir el daño?

Según datos de la OMS, en la actualidad hay unos 1.300 millones de fumadores en todo el mundo, de los cuales casi 9 millones están en España. El mismo organismo internacional, además, no espera que estas cifras cambien significativamente para 2025, donde pronostica que va a seguir habiendo más de mil millones de fumadores. Lo que se traduce en que las políticas hasta ahora implementadas para reducir la tasa de tabaquismo están dejando de ser tan efectivas como se esperaba.

Por tanto, se hace imprescindible abordar el debate sobre el papel que pueden jugar otras opciones que demuestren científicamente ser mejores alternativas para esos más de mil millones de adultos que seguirán fumando. La realidad es que cada vez existen más países, como es el caso del Reino Unido, cuyas autoridades sanitarias ya se plantean utilizar las alternativas libres de humo, como el cigarrillo electrónico, para reducir el daño en aquellos fumadores que, de cualquier otra forma, continuarían fumando.

Junto con las políticas ya existentes de prevención y cesación del tabaquismo, la estrategia de reducción del daño, a través de productos alternativos, es un enfoque que puede tener un impacto significativo en la salud de los fumadores que de otra forma continuarían con el hábito, y de la población en general.

Solo hace falta seguir apostando por la ciencia y la innovación de manera conjunta. Una sola parte no puede conseguir que el fin del cigarrillo sea un futuro cercano, es necesario la implicación de todas las partes, como autoridades públicas y la comunidad científica, para alcanzar el objetivo de un futuro libre de humo.

1La nicotina es una sustancia adictiva presente de manera natural en la hoja de tabaco. Aunque no es la principal causa de las enfermedades relacionadas con el hábito de fumar, no es inocua y está contraindicada para determinados perfiles (menores, embarazadas, lactantes, diabéticos, personas con hipertensión o insuficiencias cardiacas).