Un equipo de conservadores de los museos de Tenerife analiza periódicamente el nivel de microorganismos en las momias guanches para prevenir los daños que podrían causar insectos y mohos, como el hongo "Aspergillus", cuyas esporas dieron origen a la llamada "maldición de Tutankhamon".

María García, responsable del área de Conservación y Restauración del Organismo Autónomo de Museos de Tenerife, lleva 23 años al cuidado de las momias y otros restos guanches y señala en una entrevista que es normal cierto nivel de contaminación por microorganismos, pues éstos afectan al material orgánico y no hay que olvidar que estos vestigios corresponden a cadáveres.

"Lo que hay que comprobar es que el nivel de contaminación sea el mínimo, tanto para la conservación de las momias como para la salud de las personas, pues la famosa maldición de Tutankhamon, que afectó a los que entraron en la cámara funeraria del faraón, probablemente se debió al hecho de que aspiraran esporas de hongos como el Aspergillus, bastante nocivos", detalla.

Por ello los conservadores de los museos, que dependen del Cabildo de Tenerife, efectúan cada cierto tiempo análisis del nivel de microorganismos con biosensores naturales -a base de papel o pergamino- que miden su presencia en la vitrina aclimatada y en los cuerpos momificados.

De esta forma se buscan evidencias de biodeterioro causado por insectos o moho para poder actuar antes de que el problema sea "inabordable".

Para que la colección de momias aborígenes diera un nivel alto de contaminación por microbiología la humedad relativa debería ser superior al 60-65 por ciento, que es cuando empieza a haber riesgo "y lo que intentamos con nuestros medios es mantenerla por debajo de ese nivel".

No es que estos microorganismos sean específicos de las momias, pues están "en nuestro entorno" e incluso el mismo tipo de hongo que afecta a los restos momificados es el que crece en las instalaciones de aire acondicionado, aclara la especialista, quien subraya que se trata de provocarles condiciones "no agradables".

Así se logra que las esporas permanezcan inactivas o con una actividad reducida al mínimo, de manera que no resulten perjudiciales ni para las momias ni para la salud de las personas que las cuidan u observan.

El público ve las momias expuestas y no es consciente de que detrás hay un equipo técnico que vigila el cumplimiento de las normas estándar de preservación que, en el caso de Museos de Tenerife, está a cargo de dos departamentos, los de las unidades de Técnica y de Conservación, detalla García.