El cineasta vasco Álex de la Iglesia, al que ha dedicado su retrospectiva el decimosexto Festival de Cine Español de Málaga, se ha mostrado hoy "orgulloso" de sus "errores" y "de ser irregular" y ha añadido que está "contento" de "equivocarse".

"Estoy contento de tener amigos que aprecian mis errores. Somos lo que hacemos, no lo que soñamos, ni lo que intentamos, ni lo que prometemos ni lo que los demás piensan de nosotros", ha afirmado en un rueda de prensa.

Echando la vista atrás hacia su filmografía, asegura que todas sus películas las ha hecho "con la misma pasión, la misma ilusión y las mismas ganas", y en todas estaba "convencido de que era la mejor película que hacía".

"Desde fuera, una de las que me parece más interesantes es ''Muertos de risa''. La que le tengo más cariño, me siento más orgulloso o la que enseñaría a quien no me conoce es ''Balada triste de trompeta'', y cuando termine la próxima (''Las brujas de Zugarramurdi''), será ésta, para mí es mi mejor película. No puedo opinar de otra manera, si no, sería un bastardo".

En la actual situación del cine español, De la Iglesia considera que "el mayor logro y el mayor triunfo es tener la suerte de trabajar".

"Me imagino mi profesión como una caída libre. Caes y estás esperando ese segundo en el que te estrellas en el suelo, ese segundo parece tardar y ya te acomodas, sacas un libro, lees, te pones las zapatillas y una bata", ha afirmado.

Como cualquier director de cine o persona que se dedica a una labor artística, se "reciben una cantidad infinita de críticas positivas y negativas", por lo que está "el trabajo, la vida, la profesión, la personalidad, el temperamento e incluso la manera de ser en tela de juicio continuamente".

"La única manera de sobrevivir, cosa que no consigo, porque leo, me preocupo y me angustio, es protegerte de todo eso y no pensar en ello".

Cuando se le pregunta si volvería a rodar un cortometraje, ha lamentado que se hable de este formato "como algo que deviene en el largometraje, cuando hay gente que se dedica a él, en sí mismo, y es un medio de expresión absolutamente lícito y deseable".

"La primera sensación que tuve de que esto es una profesión y no un juego fue cuando, después de rodar una película, dije que tenía una idea para un corto y me dijeron: ''Tú eres idiota, tú ya no puedes hacer cortos''. La vuelta atrás es muy compleja, y eso me asustó".

Sobre "Las brujas de Zugarramurdi", ha avanzado que contiene "ideas que estaban en un cajón de ideas desde ''Mirindas asesinas'', pero reelaboradas desde el punto de vista de lo que ahora se considera un viejuno, una persona en el momento cruel de los cuarenta y pico años en que descubres que la vida no es eso que está por delante, sino eso que tienes alrededor".

Es una película "que trata de los problemas que tienen los hombres para comportarse de manera decente delante de las mujeres" y está protagonizada por unos "individuos que viven en un infierno y son incapaces de vehicular ningún tipo de relación personal que no esté abocada al desastre".