Un pequeño aparato puede evitar que se repitan desgracias como las que han tenido lugar en los últimos años en colegios de Tenerife, donde dos alumnos fallecieron por accidentes cardíacos ante la impotencia de sus compañeros y profesores. Se trata del desfibrilador, un artilugio que detecta y trata las paradas cardiorrespiratorias, y todos los centros escolares públicos de la Isla tendrán uno en breve gracias a la iniciativa de Fitapa, la federación que agrupa a las asociaciones de padres de alumnos.

Los alrededor de 450 colegios e institutos de la Isla se convertirán, de esta manera, en "centros de referencia sanitaria" de su entorno, especialmente en aquellas zonas más aisladas por la particular orografía de la región.

El proyecto Cardio-Ampas, desarrollado en colaboración con la empresa Hospimédica Canarias, también prevé formar a seis personas por centro -tres profesores y tres padres- para que estén en condiciones de utilizar el desfibrilador.

La iniciativa fue presentada ayer por el presidente de Fitapa, Eusebio Dorta, quien destacó su carácter novedoso -no se ofrece nada similar en el sistema público de enseñanza en España, afirmó- y se mostró favorable a su extensión al resto del Archipiélago, aunque advirtió de que dependerá de la Consejería de Educación.

Por el momento, la Administración educativa ha colaborado poniendo a disposición de Fitapa su plataforma de teleformación para la instrucción de los padres y docentes, que se encargarán de manejar los desfibriladores.

La adquisición de los dispositivos y las labores formativas suponen un desembolso aproximado de 2.000 euros para cada centro educativo, aunque un acuerdo con la empresa permitirá que el primer aspecto sea prácticamente a coste cero al incluir también la compra de botiquines y termómetros digitales.

Manuel González, vicepresidente de Fitapa y técnico sociosanitario, explicó que el uso del desfibrilador en los tres o cuatro minutos posteriores al incidente proporciona unas posibilidades de supervivencia "muy elevadas", cercanas al 70%. González animó a la comunidad educativa a abandonar "prejuicios" en torno a este artilugio.

No solo los alumnos, sino también el profesorado y demás trabajadores de los centros, se beneficiarán de un proyecto dirigido a salvar vidas y que, a juicio de Dorta, sitúa a Canarias "a la vanguardia de la educación pública".