Un artículo que acabo de leer concluye que todos los periódicos dicen lo mismo. Cuanto más en agosto, mes en el que no se mueve ni una hoja. Si no fuera por las guerras, en agosto no saldrían los periódicos de papel. Y aún las guerras aburren a quienes no las sufren, tal está el mundo de deshumanizado y cabrón.

Hasta los corresponsales de guerra vuelven a casa en agosto, hartos de jugársela delante y detrás de las balas. Cuán olvidados los tenemos, aunque siempre queremos saber lo que pasa en cada sitio. Sin ellos no habría testimonio de la atrocidad, ni armas literarias para combatir la propaganda. Soldaditos de papel que nos cuentan lo que está pasando a su alrededor y a veces se meten tanto en el conflicto que caen, como si fueran guerreros de cuerpo y alma.

Tampoco era mi intención homenajear hoy a los periodistas de trinchera de verdad, no los de trinchera de ciudad, que estos no tienen otro riesgo que una pedrada o una porra. Los otros son pasto de las balas, y esto no tiene precio. Cada vez estoy más convencido de que vivimos en un paraíso. Anteayer vi una miniserie sobre Afganistán y el papel de la mujer allí y me quedé horrorizado. na novela de Reyes Monforte que se llevó a la televisión, con una de las Molina como protagonista. Muy bien ambientada, con un inquietante final.

Agosto, qué mes más malo para el periodismo; porque si pasa algo, te estropea las vacaciones. Y si no pasa nada, te mueres de hambre. Es decir, que siempre sales perdiendo. Y hasta finales de septiembre no empieza a moverse la cosa, aunque ya desde julio los grandes almacenes te estén dando el coñazo con la vuelta al cole. Pero, coño, si acaban los pibes de coger las vacaciones, que vuelta ni vuelta. Déjenlos vivir.

La noticia del verano, la mires por donde la mires, es el ébola, el antídoto, la vacuna, las precauciones. Ya sabemos más de ébola y de fluidos corporales que nadie, ya estamos al cabo de la calle de la enfermedad. Con la crisis aprendimos de economía (puntos básicos, prima de riesgo, bono alemán, etcétera) y con el verano aprendimos de ébola (fluidos corporales, primeros síntomas, segundos síntomas, terceros síntomas y toletazo). Qué vida más perra, ¿no?

Sigue agosto su curso inexorable y, con él, las noticias desagradables, eso sí, todas iguales y sin solución de continuidad. Nosotros somos notarios de lo que pasa, solo eso, aunque a veces sea esto muy aburrido.