El deterioro de la clase política ha llegado por la inveterada costumbre de sus integrantes de no cumplir los programas electorales. Acabo de escuchar, en un reportaje, al fallecido Adolfo Suárez hablar de que él cumplió todo lo que prometió, su famoso "puedo prometer y prometo". Y es verdad, él cumplió; de ahí su credibilidad y su papel ante la historia.

Que no venga a decir Rajoy que le tocó solucionar una papeleta peor que la de Suárez. s cierto que el Gobierno de inútiles de Zapatero dejó el país hecho unos zorros, pero Rajoy no cumplió su programa electoral y por ello va a sufrir un varapalo en las urnas. Bajar unos impuestos subiendo otros no es cumplir una promesa; es engañar una vez más al incauto pueblo que gobierna. Y sostener a un ministro como Montoro es una auténtica calamidad: no da la talla.

Lo anunciado por Rajoy en el Congreso durante el debate sobre el estado de la nación -que ganó claramente- es confuso y probablemente falso. l dejar la cuota de la Seguridad Social en 100 euros era mentira; 100 euros de contingencias comunes, más los "apellidos" del seguro de desempleo, seguro de accidentes, etcétera, no dejarán esa cantidad a pagar por el empresario en única. Otra mentira más, o al menos otro equívoco: la medida tampoco será determinante para crear empleo. ntre otras cosas porque, en caso de despido porque el trabajador salga "rana", antes de tres años, el empresario tendrá que devolver el dinero a la Seguridad Social. Todo el dinero de la diferencia entre el antiguo régimen de cotización y el actual. No cuela, o no debe colar.

Cuando un Gobierno juega al equívoco, ilusiona falsamente o engaña sin más no puede obtener el favor de los ciudadanos. Y Rajoy no sólo no ha cumplido su programa electoral sino que, como consecuencia de ello, ha mentido a los ciudadanos. s mejor no prometer que prometer y no cumplir. Así de fácil y así de lógico.

De esta forma no se va a acabar con las listas del paro. Hemos dicho aquí durante años que el trabajador tiene que asumir parte de las cuotas sociales de las que disfruta; y no en la proporción ridícula que lo hace ahora, sino en otra proporción más alta. Los sacrificios, en una sociedad libre, deben estar mejor repartidos. Porque llegó un momento, y se demostró con la crisis, en que el empresario se convirtió en pobre mientras el trabajador, al menos, podía comer gracias al seguro de desempleo, cuyos fondos integran las cantidades que ha pagado aquél a lo largo de la historia.

Comprendo que lo que digo no es políticamente correcto, pero es real como la vida misma. l empresario no debe ser siempre el pin-pan-pum, ni el patito feo del cuento. Porque, al fin y al cabo, arriesga y mantiene la posibilidad, ya digo que demostrada con la crisis, de que puede arruinarse. Y el empresario no tiene seguro de desempleo.