Parece mentira que la gente principal de Coalición Canaria sea tan amiga de la zancadilla y que no conozca la palabra lealtad. Ha sido siempre así. Se producen fallos memorables en este partido, en el que la lucha por el poder se hace en ocasiones tremendamente encarnizada.

Bermúdez es un buen ejemplo. Bermúdez es un chiquito criado en los pechos de Ricardo Melchior, que no tiene categoría política para ser alcalde de Santa Cruz. De hecho, no lo es. Ni siquiera tiene presencia. Porque el empaque también sería un atributo presencial interesante y a él Dios no le concedió empaque alguno, esta es la verdad.

Pero es que Bermúdez ha visto en Miguel Zerolo un enemigo. Quizá porque antes de acceder al cargo que ocupa de mentiritas, Zerolo, que es muy suyo, le pegó dos o tres desplantes. Uno de ellos fue dejar que esperara toda la noche en un restaurante y el alcalde de entonces no apareció. Lo castigó duramente.

Pero para vengarse de alguien es preciso tener categoría. Y a Bermúdez le falta. Por ejemplo, se cargó -aunque dejó que Julio Pérez ejecutara el trabajito- a las dos personas que trabajaban en la Fundación Santa Cruz Sostenible, dos personas competentes y celosas de su tarea, porque eran gente de Zerolo. A saber a quiénes van a meter ahí. Esto no se hace con compañeros de partido. Esto es venganza pura y dura. Y no hay derecho.

Todo el mundo sabe que Bermúdez está ahí de rebote, merced a un pacto espurio con los socialistas. La alcaldesa tenía que ser quien ganó las elecciones, Cristina Tavío. El propio Julio Pérez, el alcalde socialista de facto, la felicitó nada más terminar la noche electoral como primera edil que iba a ser. Tanto que pusieron los socialistas a caldo de pota a Coalición Canaria durante años y no tuvieron rubor a la hora de pactar con sus líderes para gobernar Santa Cruz. Que ni chiquita tomadura de pelo al electorado. Que ni chiquito fundamento.

Pero lo que llama la atención es la falta de lealtad de Bermúdez. ¿Dónde está la calle para Miguel Zerolo? Están haciendo el más espantoso de los ridículos, Bermúdez y quienes le mandan, que supongo que serán los que controlan Coalición Canaria.

Un partido político tiene que ser una piña. Pero Coalición es una piña sólo con el PSOE. Quien la ha visto y quién la ve, Dios mío. Será la historia la que le pasará la cuenta a Bermúdez, pero su categoría política está más que en entredicho. Sacrifica a su propia gente para congraciarse con el aliado. A esto, en política, se llama traición. Por mucho que lo hayan hecho esperar en el restaurante.