Cínico político como él solo, ha corrido Paulino Rivero a su Televisión Canaria para arremeter contra el Gobierno de España por haber aprobado las prospecciones petrolíferas en aguas próximas a dos de nuestras islas. Decimos aguas próximas porque no son canarias, como reclama Rivero, ni españolas, como dice José Manuel Soria y todo el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Podrían ser canarias si este Archipiélago hubiese alcanzado ya su ansiada independencia y nos hubiésemos convertido en una nación con su Estado. Como eso no ha ocurrido, y no ha ocurrido en gran parte por culpa de los falsos nacionalistas de CC -Paulino Rivero es el más culpable de todos-, no tenemos más remedio que plegarnos a la realidad: esas aguas son marroquíes porque están dentro de la Zona Económica Exclusiva de Marruecos, y punto. Cuanto se diga de forma adicional sobre este asunto es pura palabrería.

Nos sorprende, por otra parte, que sea ahora y no antes cuando acusa Paulino Rivero al Gobierno de España de tratarnos como si fuésemos una colonia. A buenas horas viene a enterarse de una evidencia que pueden ver hasta los invidentes. ¿Será que es más necio, políticamente hablando, de lo que dice EL DÍA? Claro que nos tratan como una colonia, señor Rivero; llevan casi seis siglos haciéndolo. ¿Es que no lee este hombre nuestros editoriales? Y eso que se los ponemos en primera página, y en letras grandes, como se publican las noticias importantes.

Ya es tarde para que Paulino Rivero se nos haga independentista. El presidente del Gobierno regional es un déspota, siempre políticamente hablando, que ha perseguido profesional, política, económica y judicialmente al único periódico que clama por la liberación de estas Islas del yugo colonial. Ha tenido la desfachatez de acusar al editor y director de EL DÍA de chantajearlo. Lo ha hecho en el Parlamento de Canarias -un antro político por culpa de abusadores con el pueblo como él- y lo ha hecho también en la Radio autonómica; una emisora que pagamos todos para que esté descaradamente a su servicio. Tanto él como su mujer nos han llevado a los tribunales porque no toleran que les digamos la verdad en su cara.

Cada día que nos retrasamos en alcanzar nuestra independencia aumenta el peligro de que seamos anexionados por Marruecos. Al menos podríamos tener la iniciativa, como hemos apuntado en estos editoriales, de convertirnos en un Estado Libre Asociado. De esa forma conservaríamos nuestra identidad canaria. En caso contrario, Marruecos puede reclamar en cualquier momento a este Archipiélago como parte de su territorio, como ya lo ha hecho con Ceuta, Melilla y los peñones de soberanía española en el Norte de África, a pesar de que están junto a la costa marroquí. También nosotros lo estamos. No somos un archipiélago atlántico, como Azores o Madeira, sino unas islas costeras situadas a menos de cien kilómetros de Marruecos. Llegado ese momento de la reclamación marroquí sobre Canarias, a ver qué fuerza de oposición puede presentar España, ya sea legal, diplomática o militar, cuando Marruecos cuenta con el apoyo de Estados Unidos y de las principales potencias, por no hablar de una postura absolutamente legítima según el Derecho Internacional sobre el mar establecido en la convención de Montego Bay.

¿Quién es España para decidir que una compañía puede explorar en busca de petróleo en unas aguas que no son suyas? ¿Y quién coño es Paulino Rivero para oponerse al Gobierno de la metrópoli, si ha sido su principal colaborador? ¿O es que no está gobernando en este momento con un partido estatista, como es el PSOE?

Decíamos en nuestro comentario del viernes, al explicar por qué acabó una buena amistad entre el editor de EL DÍA y Paulino Rivero, que José Rodríguez nunca se ha dejado embaucar en su lucha por el bien de los canarios. El director de este periódico no es político sino patriota. Y como defensor de los isleños y de sus intereses, no puede ocultar la existencia de las colas del hambre y de las personas que mueren mientras esperan ser atendidas en las interminables listas sanitarias. No se comprende que una persona afectada por un cáncer tenga que esperar hasta un año para recibir toda la atención que precisa. Eso es propio de un país tercermundista dirigido por un negro -o un blanco- sin cultura ni preparación; un negro o un blanco -Paulino Rivero es un blanco- tirano. Antes de permitir que la gente siga pasando hambre y hasta pereciendo por falta de atención habría que cerrar, por inservible y servil, como decíamos antes, la Televisión y la Radio autonómicas. Si a Paulino Rivero y a sus secuaces políticos les importase el hambre de los niños canarios que solo consiguen unos mendrugos para subsistir, cerrarían esos medios de comunicación y destinarían su abultado presupuesto a alimentarlos como es debido.

También habría que cerrar temporalmente el Parlamento de Canarias, por lo menos hasta que se aclare la situación a la que han conducido a estas Islas el déspota político y las aves de rapiña que lo rodean. Disuelto ese antro político hasta que se celebren elecciones libres y en la libertad de ser una nación independiente, no tendríamos que pasar otra vez por el bochorno que sufrimos el viernes, cuando publicamos en nuestra primera página que algunos diputados del Parlamento regional se niegan a que los ciudadanos sepan lo que cobran. Qué infamia. No quieren que se conozca cuánto se han aumentado los sueldos. Si por lo menos esa Cámara, esa camarilla, sirviese para algo... Pero no sirve para nada. Lo único destacado que ha hecho ha sido incumplir la Constitución al reprobar a EL DÍA; al atacar al único periódico que les echó en cara el haberse subido los sueldos mientras el pueblo pasa hambre. Lo único "meritorio" que han hecho, lo repetimos, es reprobar la libertad de información, como lo está haciendo Paulino Rivero con sus denuncias contra EL DÍA y su director. Un presidente que, como señalaba acertadamente nuestro columnista Roger, trata de ahogar su incompetencia en el océano judicial. Nunca se ha ensuciado tanto un político como lo ha hecho el señor Rivero y su esposa al denunciar a EL DÍA para coartar la libertad de expresión, pese a que nuestro periódico siempre ha hecho salvedad del terreno personal. Nunca hemos entrado en aspectos personales del señor Rivero porque solo conocemos de él lo que él ha dicho: que es hijo de una gangochera. Eso sí, en el aspecto político lo conocemos todo de este personaje. Conocemos su traición política al pueblo canario. Por eso ya adelantaba Roger que el congreso de Coalición Canaria previsto para junio no será un paseo militar para Rivero y esposa.

Queremos acabar este editorial con una nota curiosa relativa a nuestros "hermanos" de la tercera isla. El presidente del Cabildo de Canaria quiere que su isla ocupe el lugar que merece, a la vez que habla de descentralización y otras babiecadas. El lugar que le pertenece a esa isla es el tercero en el contexto del Archipiélago, ya que la tercera es en cuanto a extensión. Como también es un territorio de secarrales y agua artificial. Es una isla sahárica carente de bellezas naturales y con playas peligrosas pese a lo cual, debido al portuguesismo de sus dirigentes, pretende extender su hegemonía sobre las demás.