ES POSIBLE, e incluso plausible, que la ciudadanía de este Archipiélago inicie una rebelión pacífica en contra de los indicadores, todos, que nos condenan a ocupar los últimos lugares de la escala nacional en cuanto a renta personal, inversiones, empleo, cesta de la compra, número de viviendas sociales, etc.

Pero la pregunta básica que se pueden hacer los canarios es :¿Cómo coño (con perdón) se han sucedido los acontecimientos para llegar a esta situación, en principio de no retorno? ¿Quién o quiénes han diseñado nuestra política económica que no previeron que el "ladrillo" acabaría por devorar todo el empleo existente?

Ahora, en las horas bajas, cuando cualquier medida social para ayudar a nuestra gente cuesta más que un sacrificio, los que votan cada cuatro años deben reflexionar. Y deben hacerlo porque de su escrutinio depende que cambien o no las cosas. Depende, además, no sólo el modelo de vida que a trompicones sustentan, sino el futuro de sus hijos y nietos; en definitiva, de nuestro pueblo. Y ya no hay marcha atrás. Confiar en los de siempre lamentablemente nos llevará a lo de siempre, en donde estamos, y no podemos seguir instalados en la situación política, laboral y social que tenemos. Precisamos un cambio de rumbo.

O estamos, o no estamos. Más que las certezas, son las preguntas. ¿Podemos seguir viviendo en Canarias a merced de las migajas que se diluyen en el caldo político que llega a las Islas adornado de triunfos que nunca vemos? ¿Podemos ofrecerles a nuestros hijos un futuro basado en los recortes de "choped" que nos imponen desde un Estado insensible que no tiene en cuenta que somos la comunidad con los peores datos económicos y de empleo?

A esto, pese a quien le pese, hay que echarle... eso

* Redactor jefe de EL DÍA