UN ROSTRO FEMENINO que destila templanza se refleja en el espejo. Con cierta destreza desliza sobre su cabello un pañuelo encarnado de seda labrada. Se prueba el adamascado bajo una mantilla de género fino de lana de color crudo. También ensaya con uno de algodón estampado. Otra mujer elige para cubrirse la cabeza una montera de copa cónica, visera bordada y escarapela de varias lazadas. Lo intenta con una toca de seda natural rectangular colocada extendida sobre el busto con las puntas ligeramente superpuestas en lo alto de la cabeza. Son prendas que corresponden a atuendos tradicionales canarios. Los armarios de muchos hogares tinerfeños se vacían en estas fechas. Ellas saben que ese pañuelo es parte de la idiosincrasia de esta tierra. Según el traje lo llevarán atado a la nuca, debajo de la barbilla, cruzando las puntas rodeando el cuello y sujetando las puntas en la nuca. O bien, entrelazado detrás de la nuca las puntas que caen delante para llevarlas encima de la frente con un par de nudos. 36 jóvenes que vistieron diseños de siglos pasados el sábado en la plaza de La Candelaria combinaron con diferente realce el pañuelo. El domingo fueron miles las que lo lucieron en Tegueste. En algunos casos, sólo deja al descubierto el óvalo de la cara. Sí, estimados lectores, a ustedes también les suena esta última referencia. Llevamos días oyendo pontificar sobre el caso de una adolescente que decide cubrir sus cabellos con un pañuelo que deja al descubierto el óvalo de la cara. Nuestras abuelas, las monjas, entre otras, vestían tocadas de tal guisa. Pero, claro, el tema que nos ocupa y preocupa trata de la fe musulmana. Ese pañuelo -velo islámico, si quieren- desata reacciones encontradas. Dependiendo de la perspectiva que uno tome, será tachado de extremista o tildado de condescendiente. Es necesario hilar muy fino sobre lo que se dictamine desde las instituciones. Detesto una sociedad donde la mayoría de sus integrantes, según encuestas, está de acuerdo en que los colegios puedan expulsar a las alumnas por cubrirse la cabeza con un pañuelo. Abogo por el respeto recíproco entre todo tipo de creencias.