El estado del llamado "equipamiento Diego Crosa" es una vergüenza. Un amplio local, con tres accesos diferentes, que formaba parte del proyecto del barranco de Santos está destrozado, y eso que han pasado menos de dos años desde que fue inaugurada la obra.

Unas vallas, fácilmente movibles, dan acceso a unas instalaciones que, por el estado en el que se encuentran, podrían estar en el barrio más conflictivo del Bronx o en una zona de guerra.

Las cristaleras que daban acceso al local están casi todas rotas y yacen en trozos por el suelo, junto a los burletes arrancados supuestamente del aluminio que se han llevado para vender. Ropa, palomas muertas, latas, bricks de leche, envases de comida para llevar, ropa, excrementos... El paisaje de la zona es desolador.

Juan Marichal, miembro de la asociación de vecinos La Arboleda, asegura que han pedido al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en reiteradas ocasiones que les proporcionaran un nuevo local para la misma, o un hueco en estas novísimas instalaciones que se hicieron con materiales de primera calidad. "Se han llevado el aluminio de las ventanas", como explicación a los cristales y los burletes del suelo. "En su momento se dijo que iban a poner aquí algo para la tercera edad", apostilló.

En un cuarto en el que hay unas instalaciones que parecen corresponder a la instalación eléctrica y del aire acondicionado, también han desaparecido las conexiones (probablemente de cobre) entre los depósitos.

Rosa Velasco, vecina de la zona, explica que hace dos semanas habló con el concejal de Servicios Públicos, Dámaso Arteaga, sobre el mal estado del barrio y, en especial, sobre estas instalaciones. "Me dijo que se habían llevado los embellecedores... Pero, ¿tú has visto cómo está esto?", pregunta, mientras observa asombrada el destrozo que se ha hecho en el amplio local municipal.

Durante el recorrido por el equipamiento, una de las puertas interiores se entreabrió, y tanto Rosa como Juan aseguraron que hay personas que utilizan estas instalaciones para dormir.

Además, apuntan que en ocasiones también se dedican a trapicheo de droga y que la Unipol ha venido a buscar a menores a este lugar.

Marichal explicó que los vecinos del puente Zurita cuyas ventanas dan al barranco tienen que mantener las ventanas constantemente cerradas, para que no les llegue el olor a orines y suciedad cuando el viento sopla.

Se quejó de que habían pedido por activa y por pasiva que realizaran un mantenimiento de la obra del barranco, pero que el Ayuntamiento de Santa Cruz les decía en un principio que "la obra no estaba entregada" y, después, que no tenían personal suficiente.

Las esquinas y los accesos de Diego Crosa al barranco de Santos están llenas de marcas de orines, vómitos o excrementos.

No es el único lugar de la obra del barranco de Santos que sirve de hogar improvisado a diversas personas. Lo mismo ocurre con unos contenedores de obra que la empresa constructora dejó en el Viera y Clavijo, cerca del Hotel-Escuela. Los prefabricados eran una mejora de obra, un regalo para que el consistorio los pudiera usar como hospitalitos en Carnavales, por ejemplo. En la actualidad, hay personas que residen allí, hasta que Servicios Sociales les encuentre una alternativa, según informaron fuentes municipales a este periódico.