No son anuncios, ni actores. La vida real de tres personas parapléjicas sirvió ayer como ejemplo de las graves consecuencias que puede tener un accidente de tráfico causado por circular con exceso de velocidad o alcohol, sin cinturón o pendiente del teléfono móvil, el GPS o, por ejemplo, un mechero que se trata de recoger del suelo. Mercedes, Juan Ramón y Miguel son miembros de la Asociación de lesionados medulares de Canarias (Aspaym) y a mediodía de ayer estuvieron en un control desarrollado por la Guardia Civil de Tráfico en la zona de Los Rodeos, en La Laguna, para detectar alcoholemias.

Durante 45 minutos, dichos discapacitados hablaron con los conductores y repartieron folletos para evitar que más personas pasen por donde ellos pasan desde hace tiempo. Tienen una vida digna, pero no tan feliz o completa como si pudiesen andar.

Mercedes Santana Brito nació hace 48 años en el municipio grancanario de Santa María de Guía. A los 17 años la atropelló un coche que, supuestamente, circulaba de-masiado deprisa.

Desde ese instante se sintió atrofiada y desorientada. Durante más de tres décadas, la silla de ruedas casi ha formado parte de su cuerpo. Poco a poco ha sabido salir adelante y dedicar sus energías a realizar actividades productivas y positivas. "Pero hay muchas más cosas que no puedo hacer", reconoce Santana Brito.

Desde luego, si no hubiese ocurrido aquel accidente en una recta, ella hubiese sido más feliz. Por esa razón, cree absurdo arriesgarse a perder la salud mental, física o espiritual en una carretera.

En general, todos los conductores consultados por EL DÍA durante el control valoraron positivamente la realización de un control de alcoholemia en el que, además, se muestre en pocos minutos el consejo de quienes han perdido parte de su salud.

En el operativo desarrollado en el día ayer junto a la nave de Titsa en Los Rodeos estuvieron el subdelegado del Gobierno del Estado, José Antonio Batista; el comandante del Sector de Tráfico de Canarias, Benito Monzón, así como el máximo responsable de la Jefatura Provincial de Tráfico, Ramón Guerra.

En apenas 45 minutos, los agentes de la Guardia Civil, coordinados por el teniente Juan Carlos Ubero, controlaron a 265 conductores y tan sólo uno de ellos alcanzó la tasa por la que el exceso de alcohol se considera un delito. A pesar de ese caso excepcional, Benito Monzón comentó que, entre las 11:00 y las 12:00 horas, lo normal es que ningún conductor vaya bebido.

Además, José Antonio Batista valoró positivamente que a esos 265 conductores se les hiciera llegar la información y el testimonio vital de los tres lesionados medulares.