La de Agustín Marrero García es a sus 84 años un poco la memoria del Sur de una Isla, Tenerife, en la que el trabajo en los municipios de sotavento ha adquirido históricamente, y por diversas circunstancias, tintes aún más duros que en otras latitudes similares. Buena parte de su trayectoria vital la ha pasado Agustín trabajando en pozos y galerías en Arafo, su pueblo natal y donde reside, Güímar, Arico, Fasnia o Guía de Isora para sacar del interior de la tierra uno de sus bienes mejor guardados y más valiosos en todas las ínsulas: el agua. Pero es que, además, nuestro protagonista reúne otra cualidad curiosa como es la de ser un artesano que ha confeccionado con sus manos cientos de instrumentos de cuerda, caso de guitarras, timples, laúdes o requintos, actividad de la que también se ha jubilado ya.

Agustín anda con dificultad y ayudado de una muleta porque "la salud ya está mal, pero por viejo, porque siempre he sido una persona fuerte". Hay que estarlo para desde los 16 años y hasta los 65 dedicarse a la minería. Recuerda que "nací en Arafo en 1925 y me retiré ganándole el pleito a la empresa porque a esa edad era algo voluntario, mientras que de forma obligatoria había que cumplir los 69 años".

Agustín recuerda que "mi primer trabajo fue en Amanse, en Arafo. Pero luego ya pasé a desarrollar una labor de maquinista en Arico, La Zarza (Fasnia) o Guía de Isora. Residí mucho tiempo en Guía, pero ahora vivo en la Subida a los Loros, La Majada, número 2, muy tranquilo, con mis animales, tres cabras y una vaca. Tengo un terreno que me compré en su día, pero no siembro nada hace tiempo". Vivió mucho tiempo solo con su madre, Magdalena García, porque "mi padre murió joven, los dos eran de El Escobonal" y añade que "nunca me casé, para qué, no me pescaron. Tuve algunas novias, pero nunca quise comprometerme. De familia me quedan un par de sobrinos que viven en Santa Cruz. Nadie más".

Agustín vivió tiempos complicados en minas "a las que se entraba con lámparas de carburo y con jornadas de sol a sol porque eran tiempos en los que los jefes nos sacaban la leche. Allí hasta se dormía en literas como si estuviera en el cuartel o en la cárcel y al otro día vuelta a empezar. No me gustó nunca Franco ni su época, no me gustan las dictaduras. Tengo problemas de salud porque trabajé mucho forzando el cuerpo y eso se paga a la larga. Pasé hambre y miseria como creo que casi todo el mundo en la dictadura de Franco. A Venezuela no me fui porque no tenía perras, pero la verdad es que me lo pensé. Sólo he ido un par de veces a La Gomera, de resto no he salido de aquí".

Agustín señala que "siempre me llevé bien con mis compañeros, no tuve problemas con nadie, pero, repito, los jefes estaban para sacarnos el jugo y nada más, todo para ellos y nada para nosotros. Yo trabajé con toda clase de herramientas, desde las más antiguas a las ya modernas como los martillos hidráulicos, con dinamita y explosivos de todas clases".

Hecho a sí mismo

Agustín es un autodidacta que, afirma, "nunca tuve estudios, aprendí el oficio por mi cuenta y lo poco que sé. Mi afición ha sido siempre la madera y en concreto construir instrumentos de cuerda. He hecho cientos, el primero una guitarra en la galería de Roque Bermejo, en Guía de Isora, que le regalé al hijo de un guardia civil".

Agustín Marrero, genio y figura, afirma desde la profundidad clara de sus ojos claros que "me considero, sin orden, canario, tinerfeño y arafero, aunque creo que Arafo no ha evolucionado nada. Hay muchos caciques en los pueblos todavía, aunque yo procuro llevarme bien con todo el mundo y vivir tranquilo" .