El Tribunal Supremo confirmó ayer la condena a 23 años de cárcel que el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) impuso al enfermero canario Iván R. por envenenar en 2010 a su mujer con talio, barbitúricos y otros medicamentos. El talio, un metal pesado muy tóxico para el ser humano, fue la principal causa de la muerte de Laura A.G., la víctima, quien falleció debido a un fallo multiorgánico causado por una intoxicación.

El alto tribunal confirmó en todos sus extremos la sentencia del TSJC de diciembre de 2014, la cual a su vez confirmó el fallo anterior del jurado y la sentencia de la Audiencia Provincial de Las Palmas y además determinó que el reo no podrá comunicarse ni mantener contacto con su hijo, menor de edad, durante 33 años.

El jurado encontró culpable al reo del delito de asesinato y consideró probado, por siete votos a dos, que el acusado administró las citadas sustancias a su mujer diluidas en la comida.

Esta conclusión le llegó al jurado a partir de deducciones lógicas que tomaron como base diferentes indicios, aunque nunca hubo una prueba definitiva. Consideraron que el enfermero estuvo motivado por las continuas discusiones y los problemas económicos que tenían. En su recurso ante el Supremo, la defensa del reo adujo, entre otras razones, que el fallo del jurado no fue lógico y racional ni estuvo suficientemente motivado. El Supremo rechaza esta argumentación y señala que las distintas pruebas mostradas en el juicio enfrentaron dos tesis: la de la acusación de envenenamiento y la de la defensa, que sostenía que la fallecida padecía una grave enfermedad.

El jurado las valoró y dio más peso probatorio a las de la acusación con un veredicto que no se expresó sin motivación sino que, por el contrario, se derivó de hechos plenamente acreditados, añade el Supremo.