Las ONG que trabajan en la prevención del VIH alertan del uso intencionado entre los gais de ciertas drogas para tener relaciones sexuales, un fenómeno denominado ChemSex, generalizado en Estados Unidos e Inglaterra, y que también se da en España aunque aún no está cuantificado.

Entre las drogas que más se usan están el GHB, mefedrona o tina (cristal meth), que provocan euforia y desinhibición y pueden conducir a largas sesiones sexuales, de horas o incluso de días. Cuando se inyectan se denomina SlamSex.

Aunque el consumo de sustancias para tener relaciones sexuales no es nuevo entre gais y hombres que tienen sexo con hombres, sí se ha generalizado en los últimos tiempos y hace unos cuatro o cinco años que se le puso nombre.

Estas prácticas tienen importantes repercusiones para la salud, pues pueden contribuir a la transmisión del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, así como del virus de la hepatitis. Además, pueden interferir en el tratamiento antirretroviral.

Así lo aseguró ayer en rueda de prensa María José Fuster, directora de la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (Seisida), quien precisó que un 35 % de los pacientes con VIH se salta la dosis del tratamiento intencionadamente si saben que van a consumir drogas.

Aunque las ONG insisten en que no hay que alarmar, reconocen que en España el fenómeno se está produciendo y "no se le puede dar la espalda", advirtió Jorge Garrido, director de Apoyo Positivo.

La generalización del ChemSex se debe principalmente al uso de las redes sociales y al auge de webs y apps para móviles que han ampliado las posibilidades de tener relaciones sexuales entre el colectivo, explicó Toni Poveda, director de la Coordinadora Estatal de VIH-Sida (Cesida).

Pero también a la aparición de nuevas drogas más asequibles por su bajo precio y a la popularización de ciertas prácticas sexuales, agregó Juanse Hernández, presidente del Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

El ChemSex básicamente se realiza en fiestas privadas en domicilios particulares. En Inglaterra ya se ha estudiado el fenómeno y se calcula que en Londres pueden celebrarse de 80 a 100 fiestas durante el fin de semana.

Piden no criminalizar estas prácticas

Según explicó Jorge Garrido, en esas reuniones privadas, el "camello" vende directamente a los participantes "un pack" que incluye las drogas y también pastillas que previenen la transmisión del VIH, un fármaco que aun no ha sido aprobado en Europa, pero sí en Estados Unidos. Las ONG están observando que existe una normalización en el uso de determinadas sustancias por parte de los hombres gais. "No solo se reduce a esas fiestas sino que hay una penetración de las mismas en el día a día del colectivo", aseguró el director de Apoyo Positivo. "Para entender el fenómeno hay que entender la cultura sexual de los hombres gais. Es fundamental para poder intervenir", aseguró Hernández, quien pidió "no criminalizar" estas prácticas. Fuster insistió en que no se disponen de datos consistentes que puedan cuantificar el fenómeno en España, si bien se está llevando a cabo un estudio en el que participan 16 hospitales.