Con la nueva agenda del desarrollo de la ONU a punto de ver la luz, los grupos de la sociedad civil han reclamado desde Milán un mayor protagonismo para ponerla en marcha e influir de forma clara en las metas que aún quedan por formular.

La Expo de Milán (norte), además de ser un escaparate de la alimentación de todo el mundo, ha sido el lugar escogido por distintas organizaciones no gubernamentales para lanzar sus reivindicaciones ante la cumbre de Nueva York sobre desarrollo sostenible y la del clima de París.

En la primera de esas citas, que se celebrará en septiembre, los dirigentes mundiales deberán firmar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que acaban de ser consensuados por los países miembros de la ONU en sustitución de los anteriores Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Dos de los 17 nuevos retos propuestos buscan erradicar la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo, y poner fin al hambre logrando la seguridad alimentaria y una mejor nutrición.

El secretario general adjunto de la ONG ActionAid en Italia, Lucca de Fraia, mostró en una charla sus dudas sobre la posibilidad de que los países se pongan de acuerdo en el contenido de esas ideas y definan de la misma forma conceptos como el de pobreza.

¿Acaso el umbral de la pobreza extrema debe seguir siendo de 1,25 dólares al día? En su opinión, existen otras formas de cuantificarlo y no parece que, con algo más de ese ingreso, la vida de las personas "cambie demasiado".

En cualquier caso, De Fraia alertó de que esos objetivos pueden caer en saco roto si no se destinan fondos para los países pobres.

Lamentó que la reciente conferencia internacional de Adis Abeba no lograra cuantificar los recursos necesarios para financiar el desarrollo en esos países y, en vez de crear una agencia de la ONU contra el fraude fiscal, los Estados prefirieran centrarse en fomentar otros instrumentos como la colaboración público-privada.

El activista se posicionó a favor de reforzar el sistema multilateral en Naciones Unidas, al igual que Maria Grazia Midulla, responsable italiana de la organización conservacionista WWF, para quien últimamente "los acuerdos en la ONU se concluyen con el mínimo común denominador".

"Para cambiar esto, una de las claves está en fortalecer el papel de la sociedad civil" y evitar que se restrinja su participación en la fase final de las negociaciones, como supuestamente está ocurriendo en las relacionadas con el cambio climático, sostuvo Midulla.

Ante la existente "desconfianza" popular hacia la política, dijo que los países quieren recuperar la credibilidad, pero se resisten a renunciar a la soberanía sobre sus recursos y están abordando "emergencias" como las causadas por el calentamiento global como un problema a largo plazo.

Desde el llamado Comité para el Pueblo, organizado con motivo de la Expo e integrado por más de 60 organizaciones italianas e internacionales, intentan alzar la voz de los movimientos populares en este momento de definición de objetivos globales.

Abogan por el consumo sostenible de alimentos, la agroecología, el acercamiento entre productores y consumidores, y la protección del medioambiente, al tiempo que claman, por ejemplo, contra el acaparamiento de tierras y los acuerdos comerciales internacionales.

El director de la división económica de Desarrollo Agrícola de la FAO, Kostas Stamoulis, reconoció la importancia de la sociedad civil en cuestiones como la seguridad alimentaria y la agricultura sostenible, si bien apeló a la responsabilidad última de los gobiernos para tomar las decisiones.

"La sociedad civil debe participar en ese proceso y hacer que los gobiernos rindan cuentas por lo que suscriben o prometen", afirmó el responsable de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Y subrayó la participación ciudadana en el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, un foro del sistema de Naciones Unidas en el que también están incluidos el sector privado e instituciones internacionales, entre otros.

Stamoulis negó, en cambio, que los nuevos objetivos para el desarrollo sostenible sean difíciles de cumplir y opinó que es cuestión de tiempo acabar con el hambre, que se calcula que padecen casi 800 millones de personas. "Lo que es un escándalo es tener aún gente pasando hambre en el mundo", zanjó.