El periodista australiano Peter Greste, encarcelado 400 días en Egipto acusado de apoyar a los Hermanos Musulmanes, dijo hoy que "el mundo actual es un lugar más peligroso para que los periodistas hagan su trabajo".

Según Greste, los periodistas se han convertido en "blancos legítimos" para los gobiernos, que "los acusan de violar la seguridad nacional" y para los extremistas, que "los consideran opositores a la ideología que representan".

"En ese sentido, el mundo es un lugar más difícil y peligroso para trabajar", dijo el periodista de 49 años, tras una charla en Sídney sobre su detención y el juicio que afronta en rebeldía junto a sus colegas de Al Yazira, Mohamed Fahmy y Baher Mohamed en el Cairo.

Los tres fueron detenidos en diciembre de 2013 en un hotel de la capital egipcia y condenados seis meses después a entre siete y diez años de cárcel por dañar la imagen de Egipto y colaborar con los Hermanos Musulmanes.

En febrero Greste fue deportado a Australia mientras las autoridades egipcias reabrían su caso en el que el periodista no puede comparecer para defenderse, por lo que cree que será condenado.

En el nuevo proceso el tribunal que lo juzga prevé escuchar el jueves los alegatos finales de la defensa, en los que Greste no ha podido ni siquiera lograr que se le escuche a través de una vídeo conferencia.

"Es un círculo vicioso legal", manifestó Greste decepcionado por no poder defenderse y ante lo que considera "una inevitable condena" que le impediría ejercer el periodismo en países que tienen tratado de extradición con Egipto, incluidos varios en Latinoamérica.

"No puedo hacer lo que me gusta", dijo el reportero con experiencia como corresponsal en Bosnia, Afganistán, Kenia o Somalia.

Con una chapa en la solapa que reza "El periodismo no es un crimen", lema de la campaña a favor de su liberación, Greste defendió que no trabajaría para Al Yazira si no creyera en su objetividad.

"No estaría en Al Yazira si pensara que tiene una agenda (política)", acotó Greste al explicar que no se ve con los mismos ojos a un periodista de la BBC o de la cadena catarí que hace una llamada a un miembro de los Hermanos Musulmanes.

"Fuimos blanco porque fue políticamente conveniente", señaló el periodista.

Greste aprovechó la conferencia para criticar las leyes antiterroristas de Australia, que prevén sanciones de 10 años de cárcel para los periodistas que revelen operaciones de inteligencia.

"No creo que hagan del país un lugar más seguro (...) son una erosión a la libertad de prensa y de expresión", dijo Greste que calificó estas leyes como "muy alarmantes" por el efecto sobre la capacidad de los periodistas para informar.

"Debemos entender que nuestro primer principio (del periodismo) es el derecho de la ciudadanía a saber", dijo el reportero a Efe.

"Claramente hay puntos en que se contraviene la seguridad nacional exponiendo secretos del Estado, pero esa es una línea que está más allá de lo que los Gobiernos están preparados a aceptar y en particular, los de ahora", añadió.