Los erizos de mar adaptan sus estructuras calcáreas en función de las fluctuaciones ambientales, según un estudio de investigadores de las universidades de La Laguna y Estatal de Oregón, que ha sido publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B: Biological Science.

El estudio ha sido realizado por los profesores e investigadores José Carlos Hernández y Sabrina Clemente, de la Universidad de La Laguna, y Thomas A. Ebert, de la Universidad Estatal de Oregón, quienes señalan en un comunicado que en épocas de menor disponibilidad de alimento los erizos de mar presentan unos dientes relativamente más grandes.

En un comunicado de la Universidad de La Laguna se indica que este hecho se había sido observado en las iguanas de Galápagos, que son capaces de reabsorber sus huesos y encoger en épocas de escasez de alimento, y de volver a su tamaño original cuando las condiciones mejoran.

Esta capacidad, "casi de fantasía", permite a los erizos de mar adaptarse perfectamente a las fluctuaciones ambientales, y se trata de un caso en el que la evolución "nos vuelve a dejar boquiabiertos con una estrategia biológica sorprendente", afirma José Carlos Hernández.

El estudio es parte de un proyecto financiado por la National Science Foundation (EEUU) en el que participan como investigadores los doctores de la Universidad de La Laguna.

La especie objeto de estudio es el erizo morado Strongylocentrotus purpuratus, que se distribuye en la costa oeste americana, desde Baja California (México) hasta Alaska (EEUU).

El descubrimiento se realizó durante el estudio de 615 individuos que fueron colectados mensualmente y durante tres años en Gregory Point (Oregón, EEUU).

Los ejemplares fueron pesados, medidos y diseccionados para el estudio de sus estructuras duras (dientes y caparazones). La variación estacional encontrada en las estructuras duras de esta población durante el primer año hizo sospechar a los investigadores que ese proceso biológico podría estar ocurriendo, lo que fue confirmado durante los dos años siguientes.

El resultado más llamativo fue comprobar que en épocas de menor disponibilidad de alimento los erizos presentaban unos dientes relativamente más grandes, en comparación con el caparazón, y por el contrario durante las épocas favorables los dientes fueron relativamente más pequeños, se explica en el comunicado.

Unos dientes más grandes representan una ventaja en épocas con poco alimento (algas), ya que les permiten ramonear de manera más efectiva el sustrato.

Esas modificaciones morfológicas reversibles representan una capacidad de adaptación ventajosa para la especie, y el avance científico permitirá saber, además, cómo han sido las condiciones de producción marina (cantidad de alimento) en el pasado, con solo estudiar las estructuras duras de los erizos de mar.