La condición de inmigrante no determina por sí misma un rendimiento educativo bajo, sino que la causa está en las circunstancias socioeconómicas desfavorables de los alumnos, como ocurre también si son españoles, según un estudio del sociólogo Héctor Cebolla.

"Los inmigrantes transitan por el sistema educativo con muchísimos problemas que comparten con los estudiantes autóctonos de su misma extracción", dice el sociólogo y profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Cebolla presentó sus conclusiones en una jornada sobre universidades e inmigración organizada por la Fundación Ideas, basadas en análisis de datos de la evaluación internacional de alumnos de la OCDE. El problema, deduce, es de "exclusión" de la población más desfavorecida, independientemente de si es inmigrante o no.

Así, cuanta más población inmigrante esté matriculada en un mismo centro, peor será el resultado medio de la escuela. La explicación, según Cebolla, tiene que ver con que los inmigrantes en España, como en casi todas los países desarrollados, proceden de estratos sociales desfavorecidos. La concentración no es cuestión de inmigrantes, sino de desventaja, ya que, cuando las clases medias "huyen" de estos centros, todavía permanecen en ellos españoles de los estratos más bajos. "El problema no está en la concentración de inmigrantes, ni la solución estaría en su dispersión, a no ser que ésta fuera de toda la población que comparte un origen desfavorecido".

En ese sentido, Héctor Cebolla solicita que se "desdramatice" el debate de la presencia escolar de extranjeros y que se tranquilice a la clase media, que relaciona la inmigración con el fracaso escolar. "Sobrecargar la discusión en la condición de inmigrante emborrona el debate y desorienta los objetivos", advierte Cebolla.

El profesor de la UNED cita las pruebas de matemáticas y lectura de PISA para deducir que, cuantos mejores resultados medios obtiene una comunidad autónoma, por ejemplo Castilla y León, mayor es la distancia entre inmigrantes y españoles. Pero la diferencia bruta entre estos dos alumnados, explica, se reduce a la mitad si se descuenta el factor de las circunstancias familiares.

"No estamos conciliando en España los objetivos de calidad y equidad. En los sistemas con mejores resultados generamos más exclusión". Según Cebolla, la desigualdad educativa se da fundamentalmente en Secundaria: quienes llegan a ella con problemas relevantes de rendimiento se quedarán por el camino. Para corregirlo, propone un gasto "desproporcionado" en Infantil y Primaria.

Si el objetivo es reducir la desventaja educativa de la población inmigrante, argumenta, hay que aplicar políticas universales que igualen a extranjeros y autóctonos en el rendimiento escolar temprano. "Esto implicaría invertir muchísimo menos en los segmentos superiores de la educación, donde tratamos de hacer intervenciones a la desesperada sin ningún resultado".

En términos parecidos a Cebolla coincide el catedrático especialista en cambio social Lorenzo Cachón, de la Universidad Complutense, que participó en la misma jornada. "Los alumnos de grupos sociales más bajos tienen ocho veces más probabilidades de fracasar que los de más altos. Eso no tiene nada que ver con la inmigración, sino con su posición socioeconómica" como gran base de la desigualdad.

Asimismo, defendió que se intensifiquen los recursos públicos donde se dé la concentración de inmigrantes y no pelearse por evitarla. También advirtió de que hay escuelas excelentes en barrios degradados gracias al trabajo de las comunidades escolares, no a las políticas educativas. Durante el curso 2010-11 hubo 770.000 inmigrantes escolarizados entre todas las enseñanzas no universitarias, que desglosado representaba el 9 por ciento en los centros públicos de Infantil, el 12,9 de Primaria y el 14,7 de ESO. En la educación privada eran el 3,4, el 5 y el 7,5 por ciento, respectivamente.