Surgió hace dos años como una idea de Raimundo Moreno, director del Centro de la Familia de Barranco Grande, ante el "olvido" de la infancia que existía en los barrios de la periferia de Santa Cruz. Si se consiguen los recursos necesarios, el proyecto ARES (Armonía, Respeto y Equilibrio), va camino de afianzarse como un gran ejemplo de lo que puede llegar a hacer la fuerza del voluntariado.

Con Lidia Gómez, Jéssica Rodríguez y Ayoze Plasencia a la cabeza -participan también otros voluntarios-, la iniciativa tiene como objetivo enseñar a los niños valores personales y medioambientales, siempre con el componente lúdico como herramienta. "Si no se respetan a sí mismos, poco van a respetar el medio natural", enfatizan. "Se trata de evitar que estén centralizados en sus casas con las maquinitas", añaden .

Durante el curso 2014/2015, ARES se estrenó, tras un tiempo "razonable" de marco téorico, en el barrio de Tíncer. Unos diez niños participaron en él.

Sin embargo, la "familia" creció un año después, esta vez en el local de la asociación de vecinos 7 Islas, de El Sobradillo, donde los jóvenes voluntarios que hacen posible y visible el proyecto trabajan con casi una treintena de menores de entre 5 y 12 años.

Ahí han llevado a cabo sus talleres de reciclaje, expresión corporal, lengua de signos y radio, en otros. Actividades que organizan con mucho mimo en su "centro de operaciones" de Barranco Grande. Pero el aumento de participantes ha traído consigo un problema sobrevenido: la falta de recursos. Tanto que muchos de los materiales que utilizan en sus talleres son también "voluntarios".

De ahí que hayan tenido que agudizar el ingenio para recaudar los fondos necesarios para no tener que parar el proyecto. "La idea es mantenerlo como se pueda, buscando ideas y soluciones según vayan surgiendo las necesidades", remarcan Lidia, Jéssica y Ayoze.

Un ejemplo. El último acto organizado para ello tuvo lugar el pasado 1 de mayo, coincidiendo con la festividad del Día de la Madre. En esa ocasión, y aprovechando el décimo aniversario de la plataforma Orquestas de Canarias, varios grupos se reunieron en la Sala Juanito, de La Esperanza, en una actuación solidaria que congregó a unas 300 personas.

También venden algunas de las manualidades que elaboran. Cualquier recurso es poco.

Todo por hacer realidad el regalo de fin de curso: un campamento de fin de semana en Las Lagunetas. Luego tocará mirar al futuro.