Llano Alegre es uno de esos núcleos de la capital que se han desarrollado al abrigo de la autopista del Norte (TF-5), vía que en parte ha sido la responsable de su expansión, pero también de sus mayores temores. Con apenas 800 habitantes, la zona sufre la presión y el empuje tanto del polígono El Mayorazgo, como la desprotección frente a la TF-5 que lo arrincona.

La asociación de vecinos de la zona expresa su preocupación por la ausencia de medidas de protección frente a una carretera tan rápida y de su densidad de tráfico, ya que no hay ni una valla que los proteja frente a un accidente de tráfico. Llevan más de tres años demandado una solución al Ayuntamiento de Santa Cruz y al Cabildo, "pero la situación sigue igual, es decir, nos sentimos inseguros, desprotegidos y marginados".

La demanda vecinal no solo se circunscribe a un vallado o un muro de seguridad, sino también a la necesidad de crear una barrera que los aísle de los ruidos.

Desde la asociación de vecinos Juan Pablo I centran sus temores en la zona del polideportivo, que linda justo con la vía, pues explican que ahí acuden los niños y jóvenes del barrio, "y preferimos no pensar en si un coche o un vehículo pesado pierde el control".

Otro de los problemas que ponen de relieve, también relacionado con la autopista, es que "la mayor parte de las aguas de lluvia que provienen de la zona alta, al llegar a Llano Alegre carecen de alcantarillado o canalización, por lo que atraviesan el barrio".

Esta asociación carece de un local social. De hecho, se reúnen en casa de su presidente, Domingo Rodríguez Melo, o en el polideportivo, cuyo entorno lo están acondicionando los propios vecinos con los materiales que les facilita el Ayuntamiento de la capital, creando zonas de jardines y paseos, pues aseguran que "los jardineros y barrenderos ya nos han abandonado hace meses y solo vienen el sábado".

El presidente de la asociación de vecinos explicó que este colectivo, rescatado hace dos años por la nueva directiva después de dos décadas de paralización, ya no cuenta con el local que tuvo en su antiguo edificio, donde ahora se ha instalado una asociación que lucha a favor de la salud mental.

A este respecto, dicen que no le ponen ningún tipo de reparo, pero manifiestan que con respecto al uso que se le da al resto del inmueble, dicen que sí están dispuestos a incrementar sus demandas, ya que afirman que el Ayuntamiento de Santa Cruz "se lo ha entregado a una murga que, para colmo, -dicen-, no es de aquí, es del barrio de Añaza".

En este sentido, Domingo Rodríguez reclama que a este colectivo de la Fiesta de la Máscara se le entregue un local en su propio barrio, que dijo "hay suficientes", aunque lamentó que el concejal del Distrito Ofra-Costa Sur, el nacionalista Dámaso Arteaga, "nos diga que eso sería posible después de los Carnavales, lo mismo que ya nos dijeron el año pasado y seguimos igual y sin un punto de reunión".