Con razón, pues afecta a unos 80.000 vecinos según las cifras oficiales que maneja el área local de Urbanismo, el nuevo, polémico y sempiterno Plan General de Santa Cruz ha estado marcado desde hace años por una profunda y hasta desgarradora polémica social y política en torno a la ya célebre figura del fuera de ordenación. Sin embargo, hay técnicos de la Gerencia que, sin restar ni un ápice de gravedad a ese problema y afanándose en su solución, sí dudan y temen que el documento sea, en el fondo, igual de discutible por un aspecto más intrínseco, de planificación a largo plazo y de difícil solución salvo que se vuelva al punto de partida: que se trata de un PGO concebido para una época de vacas gordas que, ahora, 12 años después del comienzo de su redacción, queda tan lejos como quimérico ante la honda crisis económica e inmobiliaria.

La mejor prueba de este desfase es que, pese a los cambios ya introducidos o previstos para resolver el fuera de ordenación y otros puntos calientes, como Las Teresitas, Las Huertas, Costa Cardón, Montaña Fumero y demás, el PGO, si se aprueba tal y como está redactado, seguirá teniendo un potencial de crecimiento residencial y poblacional que, desarrollándose en su totalidad en la media de tiempo que se suele aplicar en estos casos (de 12 a 15 años), dejaría una ciudad con 275.000 habitantes.

No obstante, los técnicos y la inmensa mayoría de partidos y otros colectivos tienen claro que esa cifra resulta, en esta coyuntura económica, totalmente irreal. Pero que no se llegue a ella no significa que no tenga sus consecuencias negativas desde el punto de vista de la planificación y el desarrollo local. Hay técnicos que consideran que existe excesivo crecimiento residencial, aunque sea potencial, y poco industrial, que es el sector más demandado desde hace años.

De hecho, el potencial de crecimiento demográfico que quedará dibujado en el plan contrasta con el estancamiento, aumento moderado e, incluso, disminución poblacional que se ha dado en la ciudad en los últimos 12 años por diversos factores. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a 1 de enero del año 2000, la ciudad contaba con 215.132 residentes. Un año después, bajó hasta lo 214.153, para subir en el siguiente ejercicio (1 de enero de 2002) a 217.415. Esta cifra siguió en aumento a principios de 2003 y se alcanzaron los 220.022 habitantes, si bien un año después se volvió a bajar hasta los 219.446. A 1 de enero de 2005, el INE tenía registrados 221.567 vecinos, mientras que, un año después, se logró el récord, con 223.148. Desde entonces, las cifras siguieron un pequeño vaivén (220.902 en 2007 y 221.956 en 2008) hasta estabilizarse en torno a los 222.000 (llegándose a 222.417 en 2009, 222.643 en 2010 y 222.271 hasta el 19 de diciembre de 2011).

Los técnicos temen que la situación que quedará marcada en plano tenga repercusiones para la dotación de equipamientos y servicios. Eso sí, se asume que, por el retraso acumulado, las tensiones que han generado el continuo aplazamiento de su aprobación y las críticas de múltiples sectores por este hecho (Fepeco, CEOE, el PP e inversores afectados), aparte del pacto suscrito, que nunca barajó volver al principio, el plan saldrá con características de vacas gordas en plena recaída en la recesión.