Figuras de los enanos, representaciones del genuino barco de la Virgen, "copias" de los cañones del castillo... la celebración el próximo mes de julio de las Fiestas Lustrales en honor de Nuestra Señora de las Nieves ha marcado el diseño elegido por una parte importante de los diferentes barrios de la Isla para engalanar las cruces, aquellas que entremezclan la fe cristiana con los recuerdos y el arte nacido del pueblo.

La comarca Este, tanto las dos Breñas, sobre todo, como la capital, sigue siendo referencia en el adorno del símbolo cristiano, tanto por el esfuerzo colectivo de los vecinos, en su mayoría de avanzada edad y que piden a "gritos" un cambio generacional para mantener viva la tradición, como de la espectacularidad en los adornos, donde destacan la utilización de joyas, telas, flores y materiales propios de la naturaleza y del medio rural, que los cruceros se encargan de seleccionar semanas antes de la celebración del Día de la Cruz, donde todo debe estar preparado, como antes, ayer y siempre, para disfrute de los miles de personas que cada año recorren desde la Pavona, en San Isidro, en la parte alta de Breña Alta, hasta Santa Cruz de La Palma, la ruta "marcada" desde antaño para celebrar el 3 de mayo.

Además de Breña Alta, Breña Baja y Santa Cruz de La Palma, el resto de municipios, cada uno dentro de sus propias "normas", celebran el Día de la Cruz. En el fondo, no tiene tanta importancia la calidad artística de cada cruz, sino la devoción con la que se engalane. En barrios de Barlovento, en San Andrés y Sauces, Villa de Mazo, El Paso... en cualquier rincón de La Palma se podían observar cruces engalanadas. Tampoco faltaron los voladores, que no fuegos artificiales, para acompañar las verbenas populares que se celebraron en diferentes puntos de la geografía insular.

Capítulo aparte merece la gran labor, exquisita, diferente, que realizan los residentes de la calle Rodríguez López, en Santa Cruz de La Palma, también conocida por la zona del Tanque, que "cubren" toda la vía, desde la plaza de la Alameda hasta la calle del Velachero, con estos muñecos de trapo perfectamente ataviados, que son confeccionados para que cumplan con su "misión", que no es otra que "custodiar" la cruz del barrio ante la mirada de miles de admirados visitantes.

Representan momentos de la vida cotidiana, aunque este año también estuvieron marcados por la celebración en verano de la Bajada de la Virgen.