1.- Hace años, y gracias a los buenos oficios de mi amigo Paco Aznar y del entonces secretario personal de Chávez (luego embajador en Madrid), general Arévalo Méndez, pude visitar al presidente en su residencia de La Casona. Me dijeron que debía ir con traje, así que me fui a "Clement", el sastre del Tamanaco, y encargué un terno que me costó mil dólares de la época. Yo era director de "La Gaceta" entonces y siempre pensé que el periódico me iba a pagar la factura del traje. Pero esto no era lo importante. Lo paradójico del caso fue que Chávez apareció ante mí con un horroroso chándal con la bandera venezolana. Habló mucho. Preguntó a Paco Aznar, que fue nuestro mejor embajador en el mundo, por Canarias. Chávez tuvo una novia de Icod. En la entrevista estaba presente Quico Gutiérrez y un viceconsejero del Gobierno de Canarias, cuyo nombre no recuerdo. Aquello fue extremadamente distendido. Yo no perdía detalle porque había visto muy buenas fotos de La Casona, tomadas por el reportero tinerfeño Justo Molina, paz descanse, y estaba redactando notas mentales del lugar para mi novela "Los gallos de Achímpano", aparecida y agotada. 2.- Hugo Chávez es un hombre encantador, así que no me extrañan las pasiones que despierta en su pueblo, siempre tan mesiánico y deseoso de encumbrar a sus líderes carismáticos. Charló de todo y nos enseñó un trozo de mineral descubierto en la sabana de su país, del que hablaba, entusiasmado. La foto mía saludando a Chávez se la debo a Trino Garriga, que estaba por allí, en las vísperas de vaciar un par de botellas de "Buchanam´s" de 18 años para celebrar la exclusiva con el mandatario. Con los años perdí la fe en Chávez, sobre todo por las tropelías que cometió con algunas familias canarias, injustamente expropiadas.

3.- Pero esta distancia -Chávez me invitó a quedarme en La Casona y yo bromeé con él diciéndole que prefería el hotel, que era más seguro- no evita que sienta por él cierta simpatía y que me dé mucha pena su sufrimiento. Tampoco me extrañan las muestras de amistad de otros presidentes latinoamericanos del eje socialista. Un socialismo que no tiene nada que ver con el europeo, pero que también ha arraigado fuertemente en el pueblo, bajo el influjo de la propia Cuba, que fue el germen. Venezuela es un gran país, con una riqueza natural espectacular y con una ciudadanía noble, que alberga bonitos sentimientos de amistad hacia el visitante. Merece más, desde luego. Sobre todo merece que sus habitantes puedan transitar por las calles sin miedo a ser asesinados o secuestrados. Merece vivir en paz, justicia social y que se refuerce la democracia que Venezuela inventó, la de Rómulo, la de Carlos Andrés, la de Caldera, la de tantos hombres justos.

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