El desfile de hoy con motivo de la Fiesta Nacional "mola" a sus espectadores que, en gran número, se han concentrado en las calles por las que discurría, aunque han reconocido que en esta ocasión y debido a los recortes por la crisis ha sido menos vistoso que otros años.

Los acorazados, carros de combate, blindados, aviones y helicópteros, ausentes hoy, han sido echados de menos por todos los asistentes, especialmente por los más pequeños.

Jaime, de 7 años y con experiencia en estos eventos porque acude desde los 3, lo ha resumido para EFE: "El desfile mola, aunque este año tenga menos cacharros".

En parecidos términos se han expresado otros habituales de esta parada militar con algunos años más. Para todos lo importante es estar aquí y mostrar el cariño a los militares, aunque no haya habido tanta parafernalia como en otras ocasiones.

"Aquí estamos los buenos" resumía un asistente, quien destacaba que lo que hay que hacer es apoyar al Ejército y ajustarse el cinturón en todos los aspectos para salir de la crisis.

Desde antes de la 09.00 horas hacían guardia algunos para coger la primera fila en Cibeles, uno de los mejores sitios, al margen de los reservados para las autoridades e invitados, para ver el desfile, ya que a la visión natural de las tropas se sumaban dos grandes pantallas, en las que se anticipaban las unidades de los tres ejércitos a ver.

Los primeros aplausos se han oído poco antes de las 10.30, hora prevista de inicio, cuando ha bajado de su vehículo la Infanta Elena en la Plaza de Neptuno. Vítores que se han repetido a la llegada de los Reyes y los Príncipes de Asturias.

También se han hecho sentir cuando se ha depositado la corona de laurel en el acto de homenaje a los caídos y al paso de la patrulla acrobática Águila que dibujaba los colores en el cielo de la bandera de España.

La enseña nacional ha estado omnipresente en el desfile, desde la que era exhibida por los escuadrones a las miles que portaban los asistentes.

Algunos de ellos también llevaban camisetas o chándal de la selección de fútbol o con otros símbolos hispanos, pañuelos o cinturones y hasta la correa del perro.

Para los menos previsores había diferentes puestos en los que poder comprar algunas de esas u otras prendas.

Algún vendedor asiático y numerosos españoles extendían desde horas antes su mercancía.

La bandera española pequeña y de peor calidad a un euro, "la buena" y más grande a cinco, la misma cantidad que las bufandas o los pañuelos, la pulsera de uno a dos según su calidad, el abanico a cuatro, el llavero y el mechero a 2,50 euros.

Rubén, que ha instalado su tenderete en la misma Plaza de Cibeles, se quejaba minutos antes del inicio del desfile de las pocas ventas que llevaba.

Este ex legionario que lleva 15 años con la venta ambulante ha asegurado que estos años pasados a esa hora ya había tenido que reponer en varias ocasiones sus productos.

"Se nota la crisis", se quejaba, al igual que lo hacía unos metros más adelante, en el Paseo de Recoletos, José, otro veterano de la venta ambulante, quien ha destacado que la crisis ha hecho mella también en el desfile de la Fiesta Nacional.

A la hora de enumerar todo lo que no había este año, incluso, ha incluido a la cabra de la Legión, lo que ha sido una exageración.

Precisamente la presencia del animal extrañaba a una niña, a quien su padre le aclaraba que se trata de la mascota de este Cuerpo. La pequeña confiaba en crecer para el año que viene y poder ver la comitiva militar sin estar subida en una papelera todo el rato.

Desde 1988, las mujeres militares participan en ella, pero algunos aún se muestran extrañados y comentan con sus amigos que tal o cual puesto lo ocupa una militar, y más si va a caballo o en moto.

La mayoría de los consultados por EFE decían ser asiduos al desfile, pero muchos confundían a las Tropas de Montaña con la Unidad Militar de Emergencias o gritaban al paso de los Regulares de Ceuta "Viva la guardia mora".

Seguramente su gorro rojo y su capa blanca eran el motivo, aunque una vez acabado el desfile y mientras descansaban en una esquina de la Plaza de Colón poco antes de partir en autobuses eran de los más requeridos por el público para hacerse fotos, a lo que los militares accedían encantados.