A pesar de ser un ejemplo de evolución durante la última década, La Verdellada sigue reclamando algo que consideran básico para el barrio: la finalización de la rehabilitación de los bloques de la urbanización, el conocido como ARI (Áreas de Rehabilitación Integral).

De los 32 bloques que forman parte de la conocida como Urbanización La Verdellada, una de las tres partes del populoso barrio lagunero, más o menos la mitad siguen igual que antes. La falta de financiación estatal -se calcula que alrededor de un millón de euros- mantiene parada la cuarta fase del proyecto -son seis en total- que, entre otras cosas, ha dotado de ascensor a los bloques de viviendas.

Los ya rehabilitados, gran parte de ellos bajo el mandato de Ana Oramas en el municipio y de José Luis Rodríguez Zapatero en el Gobierno central, gozan de una infraestructura con la que los vecinos han ganado calidad de vida.

Así lo asegura el presidente de la asociación de vecinos Los Verdeños, Moisés Afonso, un colectivo que ha sido ejemplo en La Laguna de la participación ciudadana en el desarrollo de su entorno. Constituido en 1959 y con algo más de 2.000 socios, Los Verdeños se ha convertido en casi una autoridad municipal más, primero con el ahora concejal de Obras, Jonathan Domínguez, como presidente, y, desde hace ocho años, con Afonso al frente del colectivo.

Ambos han heredado, por un lado, el espíritu de lucha de un barrio que acumula ya cerca de 8.000 habitantes, entre la urbanización, el barrio de El Timple y La Verdellada Vieja, y, por otro, han sabido integrar e implicar a los jóvenes en el movimiento vecinal y en el cuidado y avance del barrio.

Pero además del citado ARI y a pesar de los grandes avances que La Verdellada ha experimentado a lo largo de los últimos años, Afonso remarca que quedan aún proyectos importantes por acometer. Uno de ellos es la rehabilitación y protección del entorno del barranco, que incluye la ampliación del mirador y con el que se pretende realzar los antiguos molinos de cal y agua que hay en uno de los lados del cauce. Solo el segundo de ellos atesora más de 500 años de historia.

Precisamente, el citado barranco se ha convertido en una mezcla de tradición y modernidad, pues en él cohabitan la antigüedad de los mencionados molinos, un buen número de gallos y gallinas ya famosos en la zona, y un pequeño rocódromo instalado por los jóvenes verdeños.

No obstante, hay también otras ideas con más proyección de futuro que, de llevarse a cabo, harían de La Verdellada un macrobarrio o una miniciudad dentro de La Laguna. Se trata del soterramiento de la parte de la Vía de Ronda que ahora mismo la divide. La idea es, explica Moisés Afonso, que, una vez efectuada esa obra, no haya "dos Verdelladas". Aunque quedan por definir detalles del proyecto, la idea es que el espacio que ocupa ahora la carretera se convierta en una gran zona ajardinada, que sirva de enlace entre los bloques de viviendas y las casas más antiguas.

Y esto es lo que se pretende hacer. Pero hay cosas que se han hecho que son envidia para otras zonas de La Laguna como el parque Tinguaro. Con los antiguos capiteles de la Catedral como guardianes, el recinto es un punto de referencia para los vecinos. Por cierto, un parque que se encargan de mantener "pibes" de La Verdellada que, por distintas razones, están obligados a hacer trabajos en beneficio de la comunidad. "Los servicios municipales de parques y jardines no vienen muy a menudo por aquí", se queja el presidente de Los Verdeños.

No es la única queja. También lamenta que, dentro del mismo parque, no se haya creado la zona para perros a la que se comprometió el Ayuntamiento durante el mandato pasado, y que las zonas ajardinadas de la Vía de Ronda, a su paso por el barrio, sigan abandonadas por, a su juicio, una disputa entre administraciones.