CÓNSIGUIO LA SEGUNDA VICTORIA el Canarias. Y lo hizo mostrando una superioridad absoluta sobre el rival al que se impuso.

Dominó de principio a fin cada una de las facetas del juego y, lo que es aún más destacable, dio sensación de ser mejor que Lagun Aro, algo que destila optimismo de cara al futuro, por saberse que convives con plantillas en peor situación que la de los aurinegros.

De nuevo la salida de los de Alejandro Martínez se pareció mucho a la de jornadas anteriores pero, a diferencia de éstas, mantuvo un nivel muy alto el resto del encuentro, tanto en el acierto exterior como en el trabajo defensivo, que le permitieron no tener problema alguno.

Es más, incluso habiendo ganado de quince puntos, el gesto de rabia de nuestro entrenador, cuando Javi Salgado anotó el último triple, dice bien a las claras que la diferencia pudo ser aún mayor.

Fueron varios los aspectos que determinaron esa superioridad del Canarias. Empezando por el trabajo defensivo que hizo que los vascos cometieran muchos errores en los pases, algo que permitió abrir las primeras ventajas en el marcador.

Por otra parte, el dominio en los tableros que ejercieron Jakim y Sekulic, mejor el segundo cerca del aro que más allá de la línea de tres, fue otro tangible que contribuyó al control del juego por parte de los locales. En el tercer cuarto, ambos fueron los dueños del tablero rival.

Por último, el acierto. Lo que se negó hace siete días, ante Valencia, con un pobre porcentaje de lanzamiento, se volvió cara para los nuestros ante el Lagun Aro, sobrepasando el sesenta por ciento en lanzamientos de dos y casi un cuarenta desde tres puntos.

A mí, y espero no ser el único, me gustó el equipo el sábado. Y me gustó mucho. Con margen de mejora porque hubo situaciones corregibles en alguna precipitación que originó canastas fáciles del rival al contraataque y en despistes defensivos por no asumir, cada jugador, su rol correspondiente.

Pero leer el desenlace del partido como que el Canarias no jugó bien y le ganó a un equipo muy débil, se me antoja de una infelicidad propia de nuestro entorno.

Este es el camino. Este es el trabajo que tiene que permitir alcanzar el objetivo. Un objetivo que será menos difícil si se vuelve a respirar, en la grada, el ambientazo vivido el sábado. Ya tienen dos.