Rubén Castro ha perdido la vehemencia que lo condenó de por vida ante la afición del Tenerife. En 2004, en la previa del derby canario, con el conjunto blanquiazul en puestos de descenso a Segunda B, el grancanario dijo que quería ganar para "hundir un poco más" al eterno rival. Esas declaraciones "siempre quedarán ahí" como muestra de "la rivalidad que hay", confesó ayer a EL DÍA, como la victoria por 2-0 de los blanquiazules en ese partido. O la predicción de Javier Pérez en el 98 de que quería ganar el doble emparejamiento de Copa ante la UD, recién ascendido a Segunda, por 20-0 y la posterior eliminación tinerfeña. En ambos casos se demostró que las diferencias potenciales desaparecen muchas veces en el campo. Rubén se ríe al recordar aquellas declaraciones del ex presidente blanquiazul, al tiempo que reconoce que esas lecciones enseñan a recurrir a la humildad esta semana, aunque en la clasificación el Betis sea líder y el Tenerife penúltimo: "Un 0-20 es imposible. No pasa en ningún sitio. Para nosotros va a ser muy complicado ganar en Tenerife. Es un equipo con buenos jugadores", dijo refiriéndose al partido del sábado. "No nos podemos confiar porque no va a ser nada fácil", agregó. Pese a lo mal situado que está el cuadro isleño, a él ya no le motiva golpear. Dice que luchará por ganar sólo porque necesitan "los puntos para tener unas vacaciones tranquilas". Rubén recuerda que el Tenerife era, como el Betis, candidato al ascenso: "Aunque en pretemporada le ganamos 3-0, se notó que tenía un gran equipo. Me sorprende verlo tan lejos en la clasificación", confiesa. Pese a lo anterior, el máximo goleador del Betis (12 tantos) no olvida sus raíces. Volver a la Isla será "especial como siempre". Además sabe que es muy probable que parte de la atención de la grada se centre en él: "Bien no me van a recibir", admite, al tiempo que deja claro que ya no será un acicate para él. "En su día me motivaban los gritos, pero hace muchos años de eso", comenta.