Después de la floja primera parte, Mandía apostó el domingo por un cambio estructural para afrontar la segunda mitad del encuentro, en el que el Tenerife ya perdía por 0-1. Sacrificó a uno de los tres medias punta, Antonio Hidalgo, y apostó por colocar dos delanteros. El cambio dejó buenas sensaciones, aunque parece sólo un recurso para situaciones de desventaja en el marcador.

Los beneficios, en cadena.- Con dos delanteros, el Tenerife fue más agresivo y consiguió fijar a la defensa numantina. Cuando una modificación de este tipo sale bien se producen no pocos beneficios en cadena. El Numancia, que en la primera parte había tenido muy desahogados a sus centrales y había utilizado a su pivote, Nagore, para que tapara a Hidalgo, se vio obligado tras el descanso a mantener en tensión a las dos torres de la zaga, porque cada uno tenía un delantero al que vigilar. Eso trajo como consecuencia que Nagore, ya libre sin nadie a quien tapar desde que se marchó Hidalgo, se multiplicase para cubrir los espacios que Jaio dejaba cuando Iriome lo sacaba de su sitio. Además, los laterales no salieron al ataque en todo el segundo tiempo.

El juego por dentro.- Con la zona de ataque más ocupada por la presencia de los dos puntas, los jugadores de banda, Juanlu y Julio Álvarez, se tiraron unos metros hacia atrás para hacer la labor de enganchar y meter pases a Iriome, especialmente, y a Nino. El equipo tuvo más juego y dio otra sensación bien diferente a la del primer tiempo, en el que la rigidez fue la nota dominante. El cambio afectó a la estructura, porque el equipo pasó de un 4-2-3-1 a un 4-2-2-2, pero también trajo como consecuencia una sensación de mayor control en el juego. De hecho, en la primera mitad el Numancia se presentó tres veces delante de Sergio Aragoneses, incluso en una de ellas fue el lateral derecho el que aprovechó el camino libre que le dejó Natalio. En la segunda parte Sergio fue un espectador. Hay que admitir que un factor que habrá influido en este cambio de decoración es el hecho de que los visitantes ya jugaban con el espíritu de conservar su ventaja, pero mucha parte de culpa del panorama del segundo tiempo la tiene la doble sustitución que Mandía efectuó en el intermedio.

Unos iban y otros no.- Se trata de elegir el sitio en el que quieres empezar a defender. La presión con Iriome y Nino fue mayor, de manera que el rival tuvo algún problema más para sacar la pelota con espacios, aunque en este aspecto sí hay un margen de mejora muy amplio. Cuando los delanteros apretaban, la segunda línea dudaba. La falta de determinación para ir todos a la misma es muy propia de una situación de inseguridad colectiva. La falta de confianza y el clima de crispación que había en el estadio no ayudan a que el jugador se atreva a dar un paso adelante.

Luna, el mejor.- Aunque no forme parte de sus características conocidas, el argentino fue el iniciador del juego. Dividió contra los atacantes rivales y soltó la pelota a un lado en el momento justo. Tuvo confianza y determinación para sacar el balón y además defendió de manera impecable.