DEJANDO CLARO que la educación no está reñida con el derecho a reclamar y que comportamientos como los vividos en la junta de accionistas son poco educativos, reconozco de inmediato que los aficionados y pequeños accionistas del Tenerife CB SAD -el club que han defendido y querido en la última década y eso hay que respetarlo- hicieron bien en exponer sus sentimientos y la defensa de los derechos que proclaman: los de ser aficionados de la grada que sólo quieren seguir animando a su Tenerife CB. Gente que protesta al ver cómo el futuro de su club es realmente negro y que, tras 12 años, ya no podrán acudir al Santiago Martín a gritar "Tenerife, Tenerife, Tenerife".

Lo de las fotocopias con descalificaciones graves a Dámaso Arteaga no me gustó ni un fisco, pues supone llegar a unos niveles realmente bajos, sobre todo cuando en una sociedad civilizada la palabra RESPETO se escribe con mayúsculas, pues tiene, aunque algunos no lo entiendan así, un valor incalculable.

Los chicos y chicas de la Peña La6 y el grupo reducido de aficionados agotaron todas sus armas en la que se presumía como su última junta de accionistas. Y fueron a la misma con todos sus argumentos posibles, si bien algunos -es necesario reconocerlos- estuvieron basados en la aportaciones no demostradas, pues querer defender una idea desprestigiando al rival deportivo -léase CB Canarias-, con alusiones a su contabilidad, me parece patético, sobre todo cuando las acusaciones las hizo un señor de reconocido prestigio profesional que fue abogado/secretario de un ayuntamiento. Y creo que erró porque la FEB somete a una auditoría a todos los clubes y la entidad aurinegra no está al margen.

Dicho esto opino que las cosas se siguen haciendo mal, aunque el objetivo final, el de tener un solo equipo en la élite, sí que merece todo el esfuerzo. ¿Se daña más al Tenerife?, por supuesto que sí. De hecho considero que esto es una absorción más que una unión. Pero si se ha llegado a esta situación no es para beneficiar al Canarias, es porque los dirigentes blanquiazules han hecho muy mal los deberes y ese millón de euros de deuda le pesa como una losa a la entidad, al punto de que si no hay convenio no habrá plan de saneamiento. Preferir la desaparición es respetable, pero no compartible.