Las asociaciones de prisioneros políticos de Birmania (Myanmar) dudan de que el presidente del país, Thein Sein, cumpla su promesa de liberar a todos los reos de conciencia antes de final de año, a una semana del vencimiento de la fecha.

Al menos medio centenar de prisioneros de conciencia permanecen encarcelados en vísperas de Navidad, según la Asociación para la Asistencia de Prisioneros Políticos (AAPP) de Birmania.

"Es posible que antes de final de año haya por lo menos una amnistía de presos en la que se incluirá a varios prisioneros políticos. Aunque dudo que el Gobierno libere a todas estas personas", indicó Bo Kyi, secretario adjunto de AAPP.

"Siempre quedarán prisioneros políticos porque no nos dan libertad para expresarnos", opinó Ye Aung, miembro de la asociación Antiguos Prisioneros Políticos, con sede en Rangún, al diario "The Irrawaddy".

El presidente birmano garantizó el pasado julio durante una visita de Estado al Reino Unido en la que se reunió con el primer ministro británico, David Cameron, que vaciaría de presos políticos las penitenciarías del país antes de finales de año.

Desde que este exgeneral asumiera en marzo de 2011 el poder del gobierno civil de manos de la junta militar que rigió el país durante casi medio, 1.141 presos políticos se han beneficiado de las amnistías concedidas por el Ejecutivo birmano, según las cuentas de AAPP.

Amnistía Internacional (AI) y otras organizaciones, sin embargo, han acusado al Gobierno de continuar con las detenciones arbitrarias de activistas y líderes comunales y amenazar con nuevas detenciones a los presos puestos en libertad.

"Muchos prisioneros políticos liberados corren el peligro de ser encarcelados de nuevo si participan en actividades políticas pacíficas, como condición para su liberación. Todas las liberaciones deberían ser garantizadas sin condiciones", apuntó AI en un comunicado emitido la semana pasada.

Entre los activistas amnistiados se encuentra Tun Aung, médico y líder de una comunidad, que fue sentenciado a 17 años de prisión tras intentar solventar por la vía pacífica los conatos de violencia comunal acaecidos en junio de 2012 en la ciudad de Maungdaw, en el oeste de Birmania.

Otros tres defensores de los derechos humanos, Myint Aye, Khin Mi y Thant Zin, iniciaron este mes una huelga de hambre indefinida tras llevar recluidos más de seis meses sin haber sido juzgados.

Los tres activistas fueron detenidos a mediados de junio por asesorar a varios granjeros de la provincia de Pegú, en el sur del país, cuyas tierras habían sido confiscadas hace casi dos décadas.

Las autoridades birmanas acusan a los cuatro de violar la Ley de Formación de Organizaciones, suscrita en 1988 y con una pena máxima de 5 años de prisión, y a Thant Zin, además, de transgredir el Derecho de Asociación Pacífica que podría acarrearle otros doce meses de cárcel y una multa económica.

Amnistía Internacional instó al Gobierno birmano a la "inmediata liberación incondicional" de todos los prisioneros de conciencia que quedan en el país y la retirada de los cargos contra aquellos activistas detenidos por protestar utilizando la vía pacífica.

La organización también pidió que se iniciaran investigaciones sobre las denuncias de tortura y malos tratos a los antiguos prisioneros y llevar a los responsables, incluidos aquellos que ocupaban puestos en la cadena de mando, ante la justicia bajo los estándares internacionales.

"Por supuesto que ellos quebraron las leyes y son culpables (...) Determinar si una persona es culpable depende de las leyes y regulaciones del Gobierno en un determinado momento", alegó durante la presentación de un libro el exjefe de la inteligencia militar birmana en tiempo de las juntas castrenses, Khin Nyunt.

Nyunt, quien fue condenado a 44 años de prisión en 2004 culpable de corrupción e insubordinación, se benefició de una amnistía en 2012 tras pasar ocho años de arresto domiciliario.

"Fuimos torturados física y mentalmente durante los interrogatorios y en prisión (...) Demandar una disculpa y que admitan sus fechorías no significa que queramos venganza, queremos aprender del pasado para que no suceda en el presente y futuro", comenta el activista Min Zayar.