El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, defendió ayer ante una escéptica canciller alemana, Angela Merkel, su plan de compra de deuda soberana como una medida puente para alentar la recuperación de la eurozona mientras los ajustes y reformas dan su fruto.

Draghi recurrió a su mejor retórica para explicar su propuesta primero a Merkel, en una reunión de hora y media a puerta cerrada, y, poco después, en la Jornada de la Industria Alemana, ante la patronal alemana, dentro de lo que se percibe como una ofensiva diplomática del italiano para atajar las suspicacias germanas.

"Buscamos que el crédito bancario fluya, buscamos una buena transmisión de la política monetaria. No buscamos financiar a gobiernos", afirmó en su discurso ante los empresarios al tiempo que subrayó que su plan "no se aleja del mandato" del BCE de asegurar la estabilidad de precios, como critican sus detractores, sino que se diseñó para poder cumplirlo.

Agregó que su propuesta busca "eliminar miedos infundados" sobre el futuro la eurozona, unos temores que distorsionan los tipos de interés en el seno de la Unión Económica y Monetaria (UEM).

"Teníamos dos opciones. O no hacer nada, aceptar la situación y que la política monetaria quede afectada, o tomar medidas. Y nos decidimos por la segunda", aseveró. En esta línea, enfatizó que su plan es una medida "puente", no un sustitutivo, que se implementa mientras se aplican y dan fruto las medidas de "consolidación fiscal" y "mejora de la competitividad", y que Berlín defiende como solución a la crisis. Por eso, instó a los ejecutivos de la eurozona a "perseverar" en estas medidas e indicó que si las mantienen, la eurozona podría volver al crecimiento económico "el próximo año", porque ya se ven "progresos". Al respecto, sentenció que lo "más importante" es que en los países miembros más afectados por la crisis se estén "tomando medidas para atajar la raíz de la actual crisis".

La canciller alemana expresó sus dudas de que el BCE pueda empezar a supervisar al sector financiero a comienzos del año que viene, como propuso la Comisión Europea, aunque reiteró que está "a favor de la unión bancaria".