El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, defendió ayer ante la Asamblea General de la ONU sus logros en política exterior, mientras su rival republicano, Mitt Romney, propuso vincular la ayuda al desarrollo a la libertad de empresa.

A poco más de un mes para los comicios del 6 de noviembre, la campaña electoral norteamericana se trasladó por unas horas a Nueva York y se centró en la política exterior con la intervención ante la ONU de Obama, candidato a la reelección, y las de ambos en la Iniciativa Global Clinton (CGI).

Romney fue el primero en hablar en la CGI y allí defendió la libertad de empresa como clave para hacer más eficaz la ayuda de Estados Unidos al desarrollo.

"Para que la ayuda extranjera estadounidense se haga más eficaz, debe integrar el poder de las alianzas, acceder a la naturaleza transformadora de la libre empresa y aprovechar los abundantes recursos que pueden llegar del sector privado", apuntó.

El aspirante presidencial republicano se declaró "preocupado" por la inestabilidad en Oriente Medio y consideró que la clave para enfrentarla es "promover el empleo", una estrategia que, de llegar a la Casa Blanca, impulsará a través de un programa llamado "Pactos para la prosperidad".

Ese plan consiste en instar a los países a eliminar barreras para el comercio internacional, "a cambio de paquetes de ayuda estadounidense centrados en desarrollar sus instituciones, su marco jurídico y sus derechos de propiedad", detalló.

Por último, Romney que confió en regresar en 2013 al CGI como presidente de EEUU.

Primavera árabe

Una hora después, Obama habló de Irán ante la Asamblea de la ONU, sostuvo que hará "lo que deba hacer" para impedir que ese país obtenga un arma nuclear y que el tiempo para alcanzar una solución diplomática "no es ilimitado".

Pero el presidente se centró en la primavera árabe y en las recientes protestas contra misiones diplomáticas e intereses estadounidenses en el mundo musulmán a raíz de un vídeo producido en EEUU que caricaturiza a Mahoma y al islam.

Así, recordó que su Gobierno apoyó "a las fuerzas del cambio" en países como Túnez, Egipto y Libia, y destacó que esas por el vídeo que satiriza a Mahoma han sacado a la luz la necesidad "de tratar honestamente las tensiones entre Occidente y un mundo árabe en movimiento hacia la democracia".